La cobertura del caso de la desaparición y feminicidio de Keishla Rodríguez Ortiz, por el que fue acusado Félix Verdejo Sánchez, evidenció múltiples errores éticos de cómo la violencia mediática se cuela en los medios de comunicación cuando las desapariciones se vuelven un espectáculo o un terreno de juicios para las víctimas.
Tras la alta exposición mediática de la violencia de género, académicas, periodistas y activistas de derechos humanos analizaron cómo incluir la perspectiva de género en los espacios mediáticos, en los que se construyen los referentes para vivir en sociedad.
Los medios de comunicación refuerzan esos roles de género impuestos socialmente para limitar y definir cómo las mujeres deben ser, actuar y lucir en la sociedad. Al entender las plataformas mediáticas como referentes de sentido e importantes actores de construcción social, es indispensable evaluar su rol en la creación de estereotipos y discursos sexistas.
“Los periodistas son sujetos sociales también y vienen con cargas, con prejuicios y con valoraciones de género. Entonces, ¿qué requieren para que haya mayor visibilidad? Requiere adiestramiento. Vamos a empezar con una educación con perspectiva de género. Tiene que haber conciencia de género y se tiene que lograr. Los medios de comunicación tienen que comprometerse a ofrecer talleres de perspectiva de género”, sostuvo la investigadora y profesora de Periodismo Lourdes Lugo Ortiz.
La Organizacion de las Naciones Unidas (ONU) define la violencia mediática como “aquella producida por los medios masivos de comunicación a través de publicaciones, difusión de mensajes e imágenes estereotipadas que promueven la explotación de mujeres, que las muestran como objetos de consumo, las difaman, discriminan, deshonran, humillan o que atentan contra su dignidad, su nombre y su imagen”.
Uno de los ejemplos más evidentes de la violencia mediática es cuando una mujer es presentada por los medios de comunicación como un objeto sexual para vender o promover un producto.
Asimismo, la violencia ocurre cuando las víctimas de violencia de género son revictimizadas y encajonadas entre dos tipos de víctimas: la buena y la mala. La revictimización es el proceso de juicios y alegaciones que tiene que pasar una persona para probar a las instituciones, la prensa o al público en general que fue víctima de una agresión.
Lugo Ortiz, catedrática de la Escuela de Comunicación del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, también indicó que la educación a los comunicadores sobre ética periodística y responsabilidad social debe ser continua.
Evaluando la ética sobre las coberturas de violencia de género
Existen muchos ejemplos de coberturas de violencia de género en Puerto Rico que presentan un marco de análisis para evaluar cómo a los medios y comunicadores les hace falta sensibilidad y conocimientos en género para abordar de manera responsable y asertiva los feminicidios.
“La cobertura fue importante dada la invisibilización de la violencia en general contra las mujeres, pero hay que repensar cómo se hizo. No estoy hablando de intenciones particulares individuales, pero sí unas prácticas que se han naturalizado de tal manera que hieren y contribuyen a la violencia contra las mujeres”, compartió Lugo Ortiz, quien cuenta con un doctorado en Periodismo y Comunicación Masiva, con especialidad en Estudios sobre las Mujeres y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Lugo Ortiz compartió que fueron importantes las entrevistas a los familiares de Rodríguez Ortiz dentro del marco de las denuncias de violencia de género, pero que la forma en que se dieron (la transmisión en vivo) no fue la mejor estrategia para abordar el tema.
Asimismo, advirtió sobre el exceso de las coberturas en vivo para “transmitir desde lugares que no ocurre nada, lo que se conoce como hoyo negro”. Estas son estrategias utilizadas desde hace décadas en la industria televisiva puertorriqueña. Explicó que estas dinámicas aportan a la espectacularización de casos tan terribles como las desapariciones y feminicidios en Puerto Rico.
“Utilizar las transmisiones en vivo para, de forma insistente y extensa, repetir lo mismo una y otra vez. Abrir las alas sobre el discurso emotivo, dramático y repetitivo es muy problemático cuando no había información realmente nueva en el caso. […] Precisamente, la cuestión de género está naturalizada. Hay una conducta, unas acciones, unas palabras que se repiten naturalmente y que no hay mucha reflexión sobre ello en los medios”, abundó Lugo Ortiz.
Una de las razones por las que rechaza este tipo de estrategias es porque el periodista pierde el control del contenido y los medios de comunicación capitalizan a base del dolor de las víctimas. Ante esta situación, recomendó que lo mejor hubiera sido trabajar la cobertura como reportaje, sin perder de perspectiva la urgencia de que se estaba buscando a una persona que estaba desaparecida.
“También, (se realizan) preguntas con un referente tremendamente sexista y violento hacia las mujeres y con valoraciones encajonadas, en especial cuando se estaba trabajando un caso de violencia de género”, sostuvo la catedrática.
Cuando se naturaliza la maternidad
Lugo Ortiz señaló que algunos periodistas abordaron la cobertura desde las vivencias personales y realizaron preguntas naturalizando la maternidad.
“Se naturaliza la maternidad como un valor intrínseco de las mujeres. (Los periodistas) preguntaban: ‘Usted como madre’, ‘porque usted sabe, como madre…’. No todas las mujeres somos madres, y, socialmente, se nos ha impuesto un valor de que las mujeres tenemos que vivir para eso”, puntualizó.
La periodista también insistió en que los comunicadores tienen una gran responsabilidad de poder manejar sus emociones para hacer su trabajo y no perder de vista que la violencia de género es un problema sistémico que debe contextualizarse.
Señaló que se deben buscar fuentes expertas en la violencia de género para no perpetuar estereotipos o la revictimización. Otro ejemplo recurrente, en la cobertura de feminicidios, es entrevistar a los vecinos, lo que también da paso a la espectacularización. Lugo Ortiz mencionó que estas entrevistas contribuyen a que se exonere al agresor.
“Las emociones estuvieron demasiado en el medio para hacer un trabajo más sosegado, sin caer en el sensacionalismo que creo que cayó. […] Pensando en el mejor interés de todas las personas, del público, de la información y de la ciudadanía”, señaló Lugo Ortiz.
La invisibilización es otra ramificación de la violencia mediática. Cuando las mujeres son presentadas solo como víctimas o parejas de figuras públicas, se reproducen estereotipos de que deben ser protegidas porque son vulnerables o que sus aportaciones no deberían estar en los medios de comunicación.
Invisibilización de las mujeres negras en los medios
De la mano de la falta de representación, converge la falta de diversidad e intersecciones como la raza, la clase, la orientación sexual, la identidad de género o la nacionalidad en los espacios mediáticos.
La comunicadora antirracista y fundadora de la Revista étnica, Gloriann Antonetty Lebrón, abundó sobre cómo a las mujeres negras se les representa negativamente en los medios de comunicación.
“En esas representaciones negativas, usualmente, vemos roles bien impuestos a la mujer negra. Tienen roles en los medios de comunicación como servidumbre, como trabajadora, pero no en un contexto digno. Tiene unas connotaciones también de su cuerpo, como la hipersexualización. Para mí, es un cúmulo de representaciones negativas que nos impactan desde la niñez hasta el resto de nuestras vidas”, comentó Antonetty Lebrón.
La también poeta describió que la violencia mediática se ve evidenciada cuando las personas racializadas no son vistas como inteligentes, capaces o que solamente están relegadas al trabajo doméstico.
“Hay una repulsión de toda una comunidad, unos estigmas y una discriminación que vive la mujer negra, que es incluso distinta o más profunda a la que tiene una mujer de piel clara. Particularmente, en el espacio feminista, para nosotras es importante hablar de las experiencias de todas las mujeres, pero hay que ponerle una lupa a las experiencias de mujeres racializadas para que podamos ver dónde hay un privilegio, dónde hay una ventaja, porque hay una violencia mayormente ejercida hacia las cuerpas negras”, señaló la directora de Revista étnica.
Antonetty Lebrón compartió que un ejemplo reciente de racismo mediático en Puerto Rico ha sido hacia las turistas afroamericanas, que han sido objeto de ataques por su apariencia o comportamientos. Observó que se les condena por llevar poca ropa o bailar, incluso en espacios mediáticos de influencers que tienen un gran alcance y que reproducen discursos racistas.
“Trato de no estar muy presente en algunos espacios porque me navego como una mujer negra, y mucha gente me percibe y piensa que no soy puertorriqueña por ser una mujer negra. Y esa es la experiencia de muchas mujeres en este país. Entonces, ¿cuál es esa percepción de que somos violentas, que somos seres sexuales, somos calientes? Todas esas cosas están ahí, pero ha sido un proceso acumulativo”, manifestó la comunicadora.
Además, Antonetty Lebrón agregó que los procesos de colonización y esclavitud en América Latina han calado profundo en la racialización de las personas y los estereotipos otorgados a las mujeres negras. Para deconstruir esos roles impuestos, la profesora indicó que se deben analizar todos los factores que contribuyen a sostener el racismo sistémico en la isla.
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La violencia transfóbica en los medios
La violencia de los medios de comunicación también violenta a las mujeres trans que, en la mayoría de los casos, son invisibilizadas y cuestionadas por su existencia. El movimiento transfeminista viene a cuestionar esas posturas y problematizar sobre la falta de representación diversa y real en el ecosistema mediático.
La activista de derechos humanos Joanna Cifredo explicó que los discursos de odio contra la comunidad trans se ven reforzados por ataques en las redes sociales y en la sección de comentarios de las noticias de los medios locales e internacionales.
“Cada vez que yo aparezco en un medio, surgen los comentarios transfóbicos. Y muchos de esos comentarios se reproducen en el vocabulario de legisladoras que utilizan su plataforma para dividir, marginar y excluir a segmentos de nuestra población que son a nivel social sumamente vulnerables, marginados y violentados”, sostuvo Cifredo.
Comentó que, en los casos de transfeminicidios, ha observado cómo la revictimización se ve reforzada cuando se les culpa a las mujeres trans por sus propios asesinatos en los debates en las redes sociales.
Además, comentó sobre cómo los medios de comunicación laceraron la dignidad de Alexa Negrón Luciano, mujer trans asesinada en Toa Baja en febrero del 2020. Algunos miembros de la prensa titularon sus noticias del asesinato como “hombre con falda”. Su transfeminicidio continúa bajo investigación.
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¿Cómo se combate la violencia mediática?
Para erradicar la violencia mediática, las expertas coincidieron en que son necesarios espacios de visibilidad y autorreflexión en los medios para asumir posturas y responsabilidad sobre los discursos violentos que vierten en sus plataformas.
“Con proyectos como Revista étnica lo que hacemos es, intencionalmente, una visibilidad de personas afrolatinas, personas negras e hispanohablantes, no solamente de Puerto Rico, pero también del mundo entero, que están aportando, que están haciendo cosas extraordinarias y están constantemente representándonos con su intelecto, con su belleza. Dejándole saber a nuestra gente que tienes un espacio digno, que eres digna; eres digno; eres digne”, compartió Antonetty Lebrón.
La comunicadora insistió en que su espacio sirve además para presentar soluciones a la violencia mediática apostando por diferentes narrativas para erradicar los estereotipos sobre las mujeres negras y la comunidad LGBTTQIA+.
Otro problema que se combate es la negación del racismo en los medios de comunicación y en Puerto Rico. Antonetty Lebrón explicó que la prensa, al no visibilizar esta problemática, perpetúa que se niegue su existencia y consecuencias en la cotidianidad en este archipiélago.
“El aspecto de la educación es importante porque, muchas veces, los medios de comunicación se cobijan en el ‘no fue intencional’, y hay que entender que el racismo, así como el machismo, se nos enseña. Hay ya unas construcciones sociales para que seamos racistas y nos duele que se siga reproduciendo”, expresó.
Por su parte, Lugo Ortiz recomendó a los medios entablar una estrategia para los comentarios en las redes sociales, ya que estos espacios se prestan para sostener discursos misóginos y racistas que reproducen la revictimización y los prejuicios sobre las víctimas de la violencia de género.
“Creo que sería bueno que los medios establecieran unas estrategias particulares para no abrir la puerta a comentarios misóginos. Hay que pensar que esos espacios (las redes sociales) son buenos para las denuncias y ayudar a identificar personas desaparecidas, pero cuando es para fomentar la misoginia, no colabora. En todo caso, lo que hace es revictimizar más”, reconoció.
La coalición Coordinadora Paz para las Mujeres tiene la guía Cobertura Mediática para Casos de Violencia de Género en Puerto Rico para visibilizar la necesidad de promover un lenguaje que incluya, precise y destaque los sucesos que radican en la violencia de género. El manual original fue elaborado por las periodistas feministas Norma Valle y Firuzeh Shokooh Valle. La revisión del documento contó con la edición de Ada Álvarez Conde.
Antonetty Lebrón fue una de las escritoras de la Guía antirracista para periodistas hispanohablantes en los Estados Unidos.
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