Fotos y vídeo por Ana María Abruña Reyes
Hasta hace poco, la biblioteca de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, tenía una de sus paredes ocupadas con las fotografías de cada uno de sus decanos en línea de izquierda a derecha. Todos hombres. Todos blancos. Al final, no quedaba espacio para más fotografías. Vivian I. Neptune Rivera, quien llegó a la posición en 2011, pidió que se movieran hacia la izquierda de la pared; más pegadas una de otra, de manera que quedara lugar para colocar su imagen cuando ella ya no sea decana. También, “para las de las cinco decanas que vendrán luego de mí”, dice, convencida, durante una entrevista mientras caminaba por el espacio.
Neptune Rivera es la primera mujer y la primera persona negra en ser decana de la principal escuela de Derecho del país. No toma el tema de la representación a la ligera. Por el contrario, se cuestiona cómo, en los 98 años que le precedieron a su nombramiento, no pudo haber una antes que ella. Por tanto, el trabajo de ampliar la accesibilidad al Derecho y de diversificar la facultad y la matrícula ha sido uno de los pilares de su decanato por los pasados 11 años.
“No puede ser posible que los estudios graduados profesionales estén reservados solamente para un grupo de la sociedad. Es indispensable que cualquier persona que se lo proponga, que lo sueñe, se le haga posible”, establece durante la conversación.
Natural de Fajardo, la abogada experta en evidencia electrónica no soñaba con litigar ni con enseñar. Mucho menos con ser decana. Su abuela y su bisabuela tuvieron una fonda en el pueblo, que era punto de encuentro de los vecinos del área. Todo el mundo se conocía y se servían entre sí. Al crecer, iba caminando de la casa de su abuela a la escuela pública. Ella se sentía protegida, respetada y validada por esa comunidad.
Cuando le tocó pensar en su futuro académico, primero, quiso ser ingeniera, y fue un familiar quien, cuando cursaba el undécimo grado, le dijo que la visualizaba como abogada y le provocó pensar en esa posibilidad. Le hizo caso sin saber muy bien qué era ni cómo se hacía. No había tanta información, recuerda.
En el camino, otras personas le llegaron a decir que no entraría al Recinto de Río Piedras. Pero, los maestros y las maestras que tuvo en su infancia y adolescencia forjaron en ella una autoestima sostenida en su disciplina y las capacidades de oratoria que potenció en actividades extracurriculares.
“Todo eso, cuando estoy de decana, me lleva a romper con los mitos”, señala para destacar que son el promedio y las puntuaciones del examen de admisión a la escuela de derecho (LSAT, por sus siglas en inglés) lo que permite el acceso a la carrera en la UPR. “Eso de que aquí entran por pala, eso no es cierto”. Pero el embudo que filtra quienes entran al juris doctor y quienes se quedan fuera, empieza desde mucho antes, y ella está muy consciente.
Bajo su decanato, se mantiene el Proyecto Enlace con Escuelas Públicas, uno de los que con más pasión defiende. Desde hace 15 años, Enlace sirve para motivar a estudiantes del sistema público a estudiar Derecho al ofrecerles talleres los sábados sobre los estudios legales y el acceso a la justicia.
“De esa manera, lo que yo no tuve –la información sobre los estudios en Derecho– ya lo están teniendo, gratis, estudiantes de escuelas públicas; que vean que pueden estar aquí, en Río Piedras, que conozcan el campus, se apoderen y vean que tienen derecho a ocupar un espacio en la Escuela”.
Neptune Rivera también reconoció la dificultad que representa para gran parte de la población estudiantil el LSAT. Los repasos suelen ser costosos y el inglés bastante rebuscado. “¿Cómo cambiamos eso? Empezamos a recoger repasos viejos del LSAT para que la gente no tenga que endeudarse para coger el repaso del examen. Entonces, creamos el Pro Bono: Acceso a Derecho, que consiste en ofrecer talleres gratis para prepararse para el examen y ha sido bien efectivo en democratizar”, contó. Neptune Rivera celebra el crecimiento del porcentaje de estudiantes graduados de escuelas públicas, cerca del 40%, mientras mantiene su meta de que siga en aumento.
Hace frente al sexismo y machismo para abrir puertas a otras personas
La preparación y confianza en sí misma que desarrolló en las escuelas públicas de Fajardo crearon la coraza para defenderse sin reparos del sexismo y el racismo que enfrentó en el mundo laboral, muchas veces, en forma de machoexplicaciones.
“Aprendí a apoderarme de esas oportunidades y decir: ‘Eso es exactamente lo que yo acabo de decir’”, cuenta que se defendía cuando un colega varón decía lo mismo que ella había aportado antes, pero sin que se le diera igual peso.
Además, se sigue encontrando en demasiados escenarios donde es el único rostro negro. Sabe que la ausencia de personas negras persiste en los bufetes y en las facultades de las universidades.
“En la medida en que yo sí tengo esta oportunidad, la responsabilidad es hacer algo para abrirles las puertas a los que vienen detrás y creo firmemente que es a través de la educación”.
Como decana, Neptune Rivera ha implementado “una política de puertas abiertas”. Se reúne semanalmente con miembros del Consejo de Estudiantes y procura fomentar la confianza en su equipo de trabajo a partir de escuchar cuáles son las necesidades de profesores y empleados.
Uno de sus orgullos es contar con egresadas a las que dio clases como parte de su equipo de trabajo. “Así que veo los frutos y mujeres que decidieron devolverle a la universidad y que han confiado en que se les va a dar el espacio para ejecutar”.
La filantropía suma su labor académica
Otro regalo que le dio el ser decana fue la oportunidad de adentrarse en el mundo de la filantropía. Antes, no lo conocía tan bien. Una invitación del catedrático y exsecretario de Educación César Rey, para la Escuela colaborar con la Fundación Ricky Martin y el tema de la trata humana, la acercó. Luego, una invitación del presidente y principal oficial ejecutivo de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, Nelson I. Colón Tarrats, la llevó a ser parte de su junta directiva.
“La diversidad de trasfondo que está en esa junta es extraordinaria y, de las personas que estaban y las que están ahora, uno se nutre. Ver el impacto directo apoyando lo que es el desarrollo económico, el desarrollo comunitario, la fortaleza de esas personas que hacen tanto por el país ha sido extraordinario”.
Además, es parte de la Fundación Ángel Ramos y ha participado en actividades de la organización antirracista Colectivo Ilé.
Esas experiencias, dice, han sumado a su labor académica. En respuesta a una convocatoria de la escritora y profesora Mayra Santos Febres, quien creó el Programa de Afrodescendencia y Racialidad en el Recinto de Río Piedras, diseñó el curso Intersección, raza, género y derecho, y lo ha dictado en dos ocasiones los primeros semestres.
Otro de los frutos de su participación en las distintas organizaciones es la motivación a que más estudiantes consideren la filantropía y que vean la posibilidad de servir mientras adelantan sus agendas profesionales.
El servicio y el acceso a la justicia, que enfatiza comienza con la educación legal, han sido norte en los 11 años que lleva al frente de la Escuela de Derecho. Aunque ha intentado regresar a la docencia a tiempo completo, distintas oportunidades la han mantenido en el decanato. Comoquiera, sabe que no estará en esa posición para siempre. Por tanto, su mayor aspiración es que todos los proyectos, líneas investigativas y de servicio que se han creado bajo su liderazgo permanezcan. Y no tiene razones para pensar que no será posible. “En la medida en que se tiene el apoyo del estudiantado, la facultad y los empleados, los proyectos de servicio van a perdurar”, afirma.
“Lo que me ha permitido la academia, lo que me ha permitido esta profesión, es transformador”, dice al mirar en retrospectiva lo que ha sido su vida. Vivian Neptune Rivera espera que más jóvenes consideren darse la oportunidad de fomentar el cambio social en una profesión que ella no conocía cuando primero se la mencionaron, pero que todos los días agradece haber descubierto. Ahora que está aquí, el espacio lo quiere para quienes vienen detrás.
*En ruta hacia la equidad es una serie auspiciada por la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) para destacar las historias de mujeres que aportan al país desde sus respectivas organizaciones sin fines de lucro, apoyadas por la FCPR como parte de su compromiso con promover la equidad de género, y la Fundación de Mujeres en Puerto Rico.