Fotos por Cris Seda Chabrier
Desde séptimo grado, Tanisha Desirée Gaspar Clemente utilizaba diariamente la transportación pública para llegar desde su casa, en Loíza, hasta su escuela, en el Viejo San Juan. Cuando su mamá le enseñó a tomar guaguas y trenes necesarios, también le entregó un teaser para defenderse en caso de peligro.
A la corta edad de 12 años, su cuerpo negro se comenzaba a ver como el de una adulta. El acoso callejero era la orden del día.
Cuando Tanisha llegó a la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras a estudiar Educación, nunca se atrevió a usar pantalones cortos por los comentarios con connotación sexual que recibe sobre su cuerpo desde su adolescencia.
“Todo el mundo iba a estudiar como le diera la gana, pero yo nunca fui a la UPR con un pantalón corto. Yo cogía guagua, cogía tren, así que tenía que estar un poquito más tapada porque sabía que eso (el acoso) me podía pasar. Son cosas que quizás uno no internaliza en el momento, pero uno sabe después que es por los comentarios”, contó.
La ahora joven, de 24 años, es mujer y es negra. La hipersexualización de los cuerpos negros hace que el acoso callejero sea más explícito e, incluso, comienza, muchas veces, desde que son más jóvenes.
La sociedad racista y patriarcal dice que las niñas y mujeres negras son más sexuales y que provocan por cómo lucen sus cuerpos. Según la investigadora Caren M. Holmes, los estereotipos, con base en la colonización, son reforzados a través de la música, la pornografía y la publicidad.
Con experiencias de acoso callejero que oprimen más a los cuerpos feminizados negros, el grupo Afrocaribeñas, de la organización feminista de base comunitaria Taller Salud, creó la campaña Tumba el acoso, en apoyo al Proyecto del Senado 326 (PS 326). La medida, aprobada en la Cámara Alta, el 19 de enero, busca criminalizar estos actos de violencia normalizada, desde el lente de la justicia restaurativa.
Junto a Kaira Michelle Sáez Pizarro, Gaspar Clemente lidera a las Afrocaribeñas, que reúne a niñas y jóvenes afrodescendientes de 13 a 21 años. Relataron que, dentro de las sesiones, el acoso callejero era una constante en las historias de las participantes.
Luego de un año trabajando con el tema del racismo, las analistas de política pública de Taller Salud presentaron el PS 326 a las jóvenes, quienes inmediatamente quisieron hacerse parte de la lucha por erradicar la violencia que sufren diariamente.
Las afrocaribeñas redactaron un memorial explicativo en el que hicieron sugerencias y emitieron opiniones sobre el proyecto. Luego, desarrollaron la campaña educativa.
La medida legislativa establece que el acoso callejero es “un tipo de violencia de género que se da de forma unidireccional, proviniendo regularmente de un desconocido, que abarca desde los piropos no deseados o los silbidos, hasta la persecución”. Además, señala que el acoso callejero restringe el derecho al espacio público, o cuasi público, y afecta principalmente la libertad de las niñas, adolescentes y mujeres.
Sáez Pizarro explicó que les llamó la atención del proyecto que apostaba a la justicia restaurativa pues, como organización, Taller Salud no cree en el sistema carcelario. Desde esta mirada, se apoya la educación y la rehabilitación; no, el castigo.
El proyecto de la autoría de la delegación del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) establece una pena máxima de 16 horas en un Taller de Sensibilización Contra el Acoso Callejero, que preparará e impartirá la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM). Además, impondría una multa de hasta $350, que puede sufragarse con labor comunitaria en organizaciones que no atiendan a víctimas sobrevivientes de violencia de género. El recaudo de las multas estaría destinado al fondo operacional de la OPM.
“Toda persona que sea convicta por este delito, que esperamos que se convierta en ley, tiene la obligación de recibir los talleres de sensibilización, que no es cualquier cosa porque el taller de sensibilización implica reconocer que la conducta no es correcta y que le causó daño a la persona, para poder trabajar con esa situación de ahí en adelante”, puntualizó la senadora del MVC Ana Irma Rivera Lassén.
Las afrocaribeñas se hicieron sentir en el Senado
Aparte de promover la aprobación del PS 326, Tumba el acoso, que se lanzó en octubre del 2021, tiene como propósito educar sobre el tema.
La campaña cuenta con un vídeo en el que las afrocaribeñas relataron sus historias sobre el acoso, cuyo propósito es impactar a la ciudadanía. También, fueron a escuelas, se reunieron con líderes comunitarios y visitaron a legisladores para hablar del tema.
Las jóvenes tocaron la puerta de la mayoría de senadores y senadoras, pero el trato fue brusco y burocrático. Aparte de los autores del proyecto, solo pudieron hablar con dos funcionarios en sus oficinas, pero les bastó para saber que la medida eventualmente pasaría, pues, aunque no estaban completamente de acuerdo, sí mostraron interés.
Las líderes de Afrocaribeñas recordaron con emoción cuando “las nenas”, como les dicen de cariño a las participantes del grupo, conocieron a la senadora Rivera Lassén. Previo a la campaña, trabajaron por más de un año el tema del racismo y presentaban a la abogada como un ejemplo de lo que las mujeres negras pueden lograr.
“Para las afrocaribeñas es bien importante que ellas, a su edad, puedan reunirse con senadores en el Capitolio y que fueran escuchadas […] y que sepan que el Capitolio es un espacio al que todas podemos ir”, expresó Gaspar Clemente.
Después de meses yendo al hemiciclo, el proyecto se aprobó, en la Cámara Alta, con 24 votos a favor, un voto en contra, de la senadora del Proyecto Dignidad Joanne Rodríguez Veve, y uno abstenido de la senadora del Partido Nuevo Progresista Nitza Morán Trinidad. La legisladora penepé Keren Riquelme Cabrera estuvo ausente.
Mundialmente, 177 países han criminalizado el acoso callejero. En lugares como Perú y Bélgica, se ha logrado una disminución de hasta el 50% de este tipo de agresiones, según datos expuestos en el proyecto de ley.
La cultura como excusa de la violencia
Durante la sesión en la que se aprobó el PS 326, la senadora antiderechos Rodríguez Veve argumentó que el proyecto era excesivamente amplio y hasta cuestionó qué era un silbido de carácter sexual.
Luego, analistas políticos le hicieron eco y tildaron a la medida de limitar la libertad de expresión y de coartar la cultura puertorriqueña que, en efecto, es violenta y patriarcal.
Ante estas expresiones, la senadora Rivera Lassén respondió que “la gente que dice que esto [el proyecto] viola la libertad de expresión es la gente que piensa que hay algún tipo de libertad de expresión en tú insultar a la gente y acosarla en la calle”.
Yamilín Rivera Santiago, directora de comunicaciones de Taller Salud, argumentó que la verdadera limitación es el acoso callejero. Estos actos de violencia normalizada limitan, por ejemplo, la vestimenta, los lugares que se frecuentan, las horas a las que se sale.
La senadora Rivera Lassén, por su parte, puntualizó que “estamos poniendo, en la discusión, nuevamente temas que la gente no quiere hablar de ellos y prefiere decir que es normal, defenderlo de la cuestión cultural y, al final, lo que están defendiendo, como cultura, es la violencia contra las mujeres”.
“Hay que sacar esos temas a la calle y decir: ‘En la calle existe el acoso callejero’. No es que estés diciendo cualquier cosa en la calle, es cuando tú diriges expresiones con alto contenido sexual para humillar a la persona a quien se lo estás diciendo”, añadió.
Urge una conversación intergeneracional
Las Afrocaribeñas contaron que, tras la aprobación de la medida en el Senado, han visto comentarios en los que las tildan de ser parte de una generación “de cristal” que por todo se ofende.
Gaspar Clemente explicó que las personas jóvenes hablan del acoso callejero de manera crítica porque reconocen que no está bien. No obstante, muchas de sus madres, tías y abuelas consideraban el acoso como un halago.
“Esa es su generación, pero ya la de nosotras no está dispuesta a aguantar comentarios indeseados, comentarios sexuales que nosotras no pedimos y que no nos gustan. [Debemos] tratar de mantener el tema vivo entre todas las generaciones y hablarle a las generaciones mayores a la de nosotras para decirles que, aunque ustedes hayan pasado por eso, nosotras no tenemos que continuar el patrón”, declaró.
Sáez Pizarro añadió que “las jóvenes con las que nosotras trabajamos son de 13 años, o sea que están en intermedia. Esas niñas están siendo acosadas”.
Rivera Santiago acotó que, mientras el acoso callejero es aceptado en la sociedad patriarcal, están “rompiendo una brecha, como pasó con la Ley 54, en su momento. Estamos marcando un precedente de desaprender para aprender”.
Rivera Lassén coincidió en que la línea de críticas y resistencia a reconocer que el acoso callejero es un problema le recuerda a cuando se aprobó la Ley 54 de violencia doméstica, y los proyectos para eliminar el hostigamiento sexual en el trabajo y el acecho.
“Cuando se impulsaron esos proyectos, mucha gente decía que no eran posibles, que no eran procesables y que no se debía de hablar de eso porque era parte de la cultura puertorriqueña, y que la violencia era parte de la relación de pareja. Lo que pasa es que, en términos sociales, esa violencia en la pareja está cargada de mucho machismo, de mucha violencia de género donde la mayoría de las ocasiones, son las mujeres las víctimas principales”, argumentó.
La abogada recordó que, “en el pasado, inclusive, se llevaron casos para decir que la Ley 54 oprimía a los hombres”.
La lucha continúa para la aprobación del proyecto en la Cámara
Luego de la victoria afrocaribeña en el Senado, las loiceñas se preparan para repetir la hazaña en la Cámara de Representantes, donde ven el escenario un poco más complejo, pero están esperanzadas en que se aprobará.
Las Afrocaribeñas visitarán nuevamente el Capitolio para reunirse con los y las representantes. Además, continuarán yendo a las escuelas y a las universidades para hablar sobre acoso, consentimiento y recoger firmas para su carta en apoyo al PS 326.
También, desarrollaron un formulario para que las personas cuenten sus historias de acoso callejero. De esta manera, quieren sensibilizar sobre el tema, y eliminar la cultura de la normalización y del silencio.
Sáez Pizarro entiende que el éxito en el Senado se debe a un trabajo en equipo con los autores del proyecto. Dijo que sin el impulso de las afrocaribeñas “el proyecto no se iba a ver. Todas las veces que íbamos al hemiciclo, no se veía. Nosotras metimos mucha presión tocando a las oficinas, llamando, enviando emails y con el lanzamiento de nuestra campaña”.
Por su parte, la senadora Rivera Lassén verbalizó su agradecimiento y comentó que la presión era necesaria para que los legisladores vieran cuán necesaria es la medida.
“Creo que ellas deben estar muy contentas por el trabajo que hicieron. Yo las felicito y les agradezco muchísimo que hayan apoyado el proyecto y que, al final de cuentas, como siempre digo, la agenda de legislación no es del senador o senadora, es de la gente y es del pueblo. Así que esta agenda les pertenece a las compañeras”, añadió.
Luego de la anhelada aprobación, Gaspar Clemente señaló que debe haber un esfuerzo masivo de educación, especialmente hacia los agentes de la Uniformada que son quienes recibirán las denuncias.
“La van a aprobar, pero en el caso de que no, igual nosotras vamos a seguir hablando del tema porque, en algún momento, lo van a tener que retomar”, concluyó satisfecha.