(Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes)
Los informes de los últimos años divulgados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas han revelado que las inequidades por razón de género se acentúan cada vez que ocurren eventos atmosféricos extremos que pudieran estar vinculados a la crisis climática actual. Sequías prolongadas, ciclones y erosión costera provocada por el aumento en los niveles del mar son fenómenos que afectan desproporcionalmente a las mujeres, particularmente a aquellas que viven en áreas empobrecidas y de mayores riesgos ante distintos tipos de amenazas naturales.
En el caso de Puerto Rico, un informe publicado por Oxfam en 2018 reveló que la falta de acceso al agua posterior al huracán María, en 2017, tuvo un impacto adverso mayor en las mujeres. Según el reporte, la ausencia de este recurso vital afectó la ejecución de algunas de las labores domésticas que el patriarcado ha impuesto históricamente sobre las mujeres.
“Es difícil comprender a cabalidad el impacto que la falta de acceso a agua tuvo en numerosas mujeres alrededor de la isla, tanto a nivel físico como emocional”, dijo la directora de programas de Oxfam América en Puerto Rico, María Concepción, tras la publicación del informe.
Ecofeminismo para Puerto Rico y el Caribe
A juicio de activistas y estudiosas de temas ambientales en Puerto Rico, estas inequidades por razón de género que se han acentuado aún más como consecuencia de la crisis climática, obligan a repensar los modelos de planificación y recuperación gestados desde los gobiernos. Invitan, además, a integrar perspectivas de género feministas para imaginar nuevas formas de manejar los recursos naturales y relacionarse con el medio ambiente.
Proponen un ecofeminismo atemperado a las realidades de Puerto Rico y el Caribe
“El ecofeminismo es una manera de luchar para la protección de la naturaleza, mirando y teniendo en cuenta unos lentes feministas. Nosotras entendemos que no podemos luchar por la naturaleza sin mirar las otras dominaciones, específicamente el machismo. Somos anticapitalistas porque el sistema es el que está dañando y empobreciendo a las mujeres y a la naturaleza”, expresó a Todas, la directora ejecutiva de la organización ambientalista Amigxs del MAR, Gabriela Vélez Agosto.
“Esa mirada del patriarcado, de coger la naturaleza y utilizarla, y reproducirla para lo que ellos quieran es la misma mirada que se utiliza para las mujeres, de usarlas para reproducción”, acotó.
“La manera en que se mira, tanto a las mujeres como a la naturaleza, como un uso, como un objeto. Para ser ecologistas, tenemos que ser feministas y tenemos que ser anticapitalistas”, agregó la también geógrafa.
Mirar los riesgos con perspectiva de género
Para la filósofa española y estudiosa del ecofeminismo, Alicia Puleo, utilizar los lentes feministas en los análisis y prácticas ecologistas permite revelar “las conexiones entre desigualdad de género, sexismo, racismo, clasismo, división Norte-Sur y deterioro medioambiental”.
“Los riesgos medioambientales son mayores para las mujeres de barrios populares con fábricas contaminantes y vertederos, para las trabajadoras de ciertos sectores industriales y de la agricultura que emplea agrotóxicos”, afirma la académica feminista.
Rechazo a la exclusión de las mujeres en la toma de decisiones
Aunque existe más de un acercamiento al ecofeminismo, y no todas sus propulsoras y activistas coinciden en cómo abordar las formas de relacionarse con el ambiente, sí existe un deseo generalizado de rechazar todos aquellos modelos y políticas ecológicas que no integren a las mujeres en la toma de decisiones.
El ecofeminismo representa un cuestionamiento a la idea de que todas las personas se afectan de manera similar con el embate de fenómenos atmosféricos extremos o terremotos.
“En Puerto Rico, sabemos que las mujeres negras, las mujeres pobres, jefas de familia, se ven desventajadas y vulnerables ante esta violencia sistemática que es el racismo. Así que hay tomarlas en cuenta, tomar decisiones de recuperación, incluyéndoles en esas conversaciones, que tengan una participación activa dentro de la misma”, dijo a Todas Ishbel Cora Rodríguez, quien es periodista de temas ambientales y estudiante de la Escuela Graduada de Planificación (EGP) de la Universidad de Puerto Rico.
“Hablar de ecofeminismo es luchar desde esta conciencia de que queremos que todas las personas sean representadas, que se tomen en consideración sus preocupaciones y vulnerabilidades, y aspirar a un mundo más equitativo, más justo”, agregó la también asistente de investigación en la EGP.
Cora Rodríguez apuntó a la necesidad de cuestionarse cómo los modelos universales no son accesibles para las personas más vulnerables, como las negras, las pobres, y las personas cuir.
Si realmente les han llegado recursos, vale preguntarse ¿qué han podido hacer con estos? O si dentro de este proceso burocrático y administrativo, realmente han cubierto cubrir sus necesidades básicas, subrayó Cora Rodríguez.
Hablar de ecofeminismo en Puerto Rico no es elaborar sobre un conjunto de ideas abstractas, sino pensar en propuestas y acercamientos que ya son promovidos por algunas organizaciones. Por ejemplo, en el municipio de Adjuntas, el Centro Paz para Ti representa una iniciativa en la cual las mujeres trabajan en su huerto comunitario y venden los productos al público. Esta organización forma parte de la importante área ecológica conocida como el Bosque Modelo.
“En Amigxs del Mar, nos reconocemos como una organización ecofeminista porque entendemos que la lucha por la justicia climática afecta de primera manera a las mujeres y a las personas empobrecidas”, comentó Vélez Agosto.
Otros ejemplos son Taller Salud, en Loíza, y la lucha contra las cenizas en Peñuelas, que ha tenido como protagonistas a las mujeres.