(Ilustración por Rosa Colón)
Son muchas las necesidades que han quedado al descubierto luego de los huracanes, los terremotos y ahora la pandemia en Puerto Rico. Hemos tenido que acostumbrarnos al encierro, a salir solo lo necesario y a compartir a través de pantallas.
Sin embargo, una necesidad tan básica como la comida, ha representado un reto para mucha de la población puertorriqueña. Si bien hace un año nos impusieron una cuarentena estricta que entre reaperturas y cierres no ha sido muy efectiva, el gobierno ha fallado una vez más en garantizar que cada persona tenga al menos tres platos de comida caliente al día en su mesa.
Caravanas contra el hambre
Mucho ha pasado desde aquel 15 de marzo y los reclamos para que se asumiera responsabilidad no se hicieron esperar. El 15 de abril, la Colectiva Feminista en Construcción convocó a una “Caravana combativa” para exigir una canasta básica de alimentos para cada familia. Entre los reclamos, estaba que el gobierno guarda $9,000 del Fondo General para el pago de la deuda que bien hubieran servido para alimentar a la gente.
Con el lema Cancela la deuda = alimenta al país, continuó una serie de protestas el 17 de abril, en las que visitaron los predios de algunos supermercados del área metropolitana para invitar a las personas a un reclamo colectivo de seguridad alimentaria. Esta acción dio paso a la convocatoria de una Caravana por la vida, gestada por Comedores Sociales, el 30 de abril, a través de la Milla de Oro en Hato Rey. Los reclamos de esta caravana, que pasó por los predios del Departamento del Trabajo y el Departamento de la Familia, eran que se desembolsaran las ayudas económicas para garantizar una cuarentena segura y que abrieran los comedores escolares para proveer comida caliente.
Reclamos ignorados
Durante esta manifestación, ocurrió el arresto de uno de los portavoces de Comedores Sociales, Giovanni Roberto, a quien se le acusó de violar la orden ejecutiva. Mucha ley y orden, poca justicia social.
Sin embargo, los reclamos y la acción colectiva no pararon allí. El 25 de mayo, las organizaciones Comedores Sociales, Ángeles de Amor, Tenedor Social, Colectiva Feminista en Construcción, La Olla Común, Centro de Apoyo Mutuo y C.E.C.E. Cajey se juntaron para gestionar lo que se llamó Brigadas por la vida. Esta iniciativa consistió en la repartición de comida caliente y compras solidarias alrededor de la isla.
El gobierno optó por hacerle la donación, a principios de abril, de 263,904 libras de alimentos de comedores escolares a PR Voad. La organización está liderada por David Guadalupe, un hombre que se identifica como reverendo y pastor, y que está señalado como perpetrador de abuso sexual en una demanda contra Servicios Sociales Luteranos de Puerto Rico, donde antes fungía como su director ejecutivo.
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Comedores Sociales se activa en solidaridad
Mientras continuaba el debate sobre la apertura de los comedores escolares, mientras la gente seguía esperando por las ayudas que a cuenta gotas llegaban, la autogestión y solidaridad fueron la respuesta.
Sobre este asunto, Paola Aponte Cotto y Marisel Robles Gutiérrez, ambas portavoces de Comedores Sociales, expresaron que, aunque el gobierno tiene una responsabilidad que constantemente han exigido, no podían sentarse esperar por él.
Robles Gutiérrez comentó que las compras solidarias comenzaron a un mes de la cuarentena como una respuesta a la limitación que representaba la pandemia para cocinar y ofrecer comida caliente.
“Sabíamos que la inseguridad alimentaria aumentaría y la comida caliente ya no era posible en ese contexto. Buscamos todo lo que teníamos y convocamos para que la gente cooperara. A las dos semanas, no dábamos abasto. Eran muchas llamadas y la convocatoria se movió a que las personas identificaran las necesidades y pudieran buscar compras para la gente de su calle. Fue así como formamos una red comunitaria en contra del hambre”, comentó.
Fue así también cómo se dieron cuenta que el 82% de las personas que recibieron compras fueron mujeres.
Por su parte, Aponte Cotto reconoció que este proyecto ha crecido en la marcha como una respuesta a la necesidad y a lo poco que ha hecho el gobierno. Comentó que esta experiencia prueba que “es posible crear proyectos que vinculen estrategias de transformación con la gente de abajo. Comedores Sociales no es caridad, es más allá del hambre, es también vida digna trato digno. Es creer en las aspiraciones de que esta vida puede ser otra cosa”.
Asimismo, reconoció lo urgente que es darle importancia a la siembra, la producción y la distribución de la comida.
“Se conecta con que necesitamos seguridad y soberanía alimentaria. Mucha gente la está pasando mal y mientras quieran subir los aranceles de la comida que entra aquí, será peor. Es importante hacernos las preguntas ahora sobre ¿dónde está la comida que consumimos? ¿para quién es esa comida? ¿quiénes pueden costearla?”
Autogestión y apoyo mutuo no exime al gobierno de su responsabilidad
Está claro que la autogestión, el apoyo mutuo y la solidaridad han salvado vidas y llenado barrigas durante la pandemia. Sin embargo, la acción de organizaciones y grupos no es suficiente. No es casualidad que la mayoría de las personas que han recibido compras sean mujeres. La doble y hasta triple jornada que han asumido durante la pandemia tiene todo que ver con los cuidados. En este espacio, también se asume la alimentación de la familia.
Quienes tienen la responsabilidad, y sobre todo el poder y los recursos para alimentar al país, es el gobierno. Durante la pandemia, han fallado en casi todas sus responsabilidades y lo seguimos viendo ahora con la administración y distribución de vacunas. El hambre hace rato que aprieta y no espera. Les toca.