“Calla mientras la cuna se balancea.
Duerme mientras la cuna se balancea.
Mi negrita tiene sueño, Aurorita tiene sueño, bendita sea-ea-ea.
La linda negrita, que es mi bebé, que majestad negra feminista es”.
Con esta nana para calmar sus nervios, comenzó la intervención de la escritora negra y lesbiana del barrio Amelia, en Guaynabo, Yolanda Arroyo Pizarro en el conversatorio Las negras tienen la palabra.
El evento también reunió a las escritoras negras Gloriann Sacha Antonetty Lebrón, Mayra Santos Febres, Esther M. Andrade e Yvonne Denis Rosario para conversar sobre la resistencia de ser una afroescritora en una sociedad patriarcal y supremacista blanca que ha intentado invisibilizar sus existencias y aportaciones. La producción del evento estuvo a cargo de la doctora Marissel Hernández Romero en colaboración con Proyecto Cortijo y Beta-Local.
“Estamos aquí creando solidaridad, aceptándonos y poniendo una pared bien fuerte contra el poder. Es difícil pensar el poder desde uno también, pero la verdad es que tenemos mucho poder”, expresó Santos Febres, quien dirige el programa de Estudios sobre Afrodescendencia y Racialidad, de la Facultad de Estudios Generales, de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPRRP).
La primera pregunta que hizo Kimberly Figueroa Calderón, moderadora del evento, fue: “¿Qué significa ser escritora negra y madre en Puerto Rico?”.
“Nuestres hijes tuvieron que crecer con la inventiva, la creatividad y la resistencia de estas madres que decidieron ponerle una pausa a toda la literatura blancoide”, contestó Arroyo Pizarro.
“Con esa creatividad y rehusándonos a que la supremacía blanca permeara en los textos, en las canciones y en las nanas para dormirles, teníamos nosotras, desde el cimarronaje de las nanas [y] desde la rebeldía de acostarles a dormir, inventar canciones, cuentos y textos donde su afroautoestima se viera reflejada y se viera enaltecida”, añadió.
Por su parte, Santos Febres, autora múltiples novelas como la galardonada Sirena Selena vestida de pena, explicó que, aparte de madre, ha tenido que asumir el papel de protectora de sus hijos frente a los peligros institucionales.
“Definitivamente, para mí, la maternidad y la maternidad afrocentrada es una postura política. […] Además, criar con una conciencia de que hay una unas instituciones que hay que seguir cuestionando y poniéndolas en juicio crítico”, aseguró.
Reclaman el espacio que les pertenece
Para Antonetty Lebrón, fundadora y editora de Revista étnica, navegar su existencia en un contexto colonial es complejo, pero reconoce la oportunidad de reclamar su espacio, pese a las agresiones que recibe diariamente.
“Yo pertenezco, yo estoy aquí. Yo voy a seguir haciendo esto. Yo voy a seguir procurando mi felicidad, mis placeres, vivir, no tener que sobrevivir. Vivir bien, como me merezco, no solamente por lo que estoy haciendo desde ahora, pero por todo lo que hicieron nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras tías que han sostenido en sus espaldas, con sus cuerpas, con sus manos, este país, esta nación y el mundo entero”, sostuvo la autora del poemario Hebras.
La profesora Denis Rosario dijo que se enfrenta de manera positiva al riesgo de existir. Trata de educar y demostrar que estará presente, pese a las personas que quieren desplazarla.
En la misma línea, Arroyo Pizarro expresó que el mayor riesgo es el gaslighting, pues, muchas veces, las personas dicen que el racismo es cuestión de personas “acomplejadas”.
Sin embargo, Andrade, quien se autodescribe como “una mujer que escribe”, cuestiona cuál es el riesgo: “El riesgo es de ellos, ya nosotras estamos aquí. No nos veían, ahora nos ven”.
La escritura como un movimiento político forjador de identidad
“Escribir de por sí, es político. No hay manera de ver lo que nosotras hacemos si no se cuenta desde como yo lo cuento”, afirmó Andrade, quien estuvo acompañada por sus dos hijos en primera fila.
Antonetty Lebrón considera que, desde su labor como afroescritoras, están forjando un movimiento que comienza en las comunidades.
“La palabra tiene tanto y tanto poder que nunca puede dejar de ser parte central y eje vórtice de un movimiento y siempre va a ser política”, puntualizó quien se considera una obrera de la palabra.
Por su parte, Denis Rosario llamó la atención sobre lo problemático de la apropiación de lo que pertenece a las personas negras por entidades racistas.
“Lo negro, lo afrodescendiente, está de moda. Hay una tendencia a adquirir todo lo que tenga que ver con las afrodescendientes, pero excluyen a los afrodescendientes. Hay que ver qué es lo que está sucediendo con eso. Me parece que es importante señalarlo y denunciarlo”, apuntó.
Reconocen a sus mentoras y referentes
Antonetty Lebrón destacó que, aunque no eran figuras públicas, sus referentes eran las mujeres de su familia. Este también ha sido el caso de sus hijos.
“Han crecido viendo a esta corilla hermosa que ha estado gestando. Mis hijos no saben y no conocen otra cosa. Sus hijes no van a conocer otra cosa que no sea el poder y las maravillas que nosotros creamos, y las maravillas y las contribuciones que le estamos dejando al mundo”, destacó, aunque reconoce que el trabajo de visibilizar debe continuar.
No obstante, Arroyo Pizarro no tuvo la misma experiencia. Reconoce que en su casa fueron racistas, pero para protegerle. Poco a poco ha ido perdonando y desaprendiendo los prejuicios que tenía contra su propia gente. Su primer referente fue Mayra Santos Febres, en 2004.