(Ilustración por la autora)
Desde que somos infantes, nuestra vida está llena de expresiones que catalogamos comunes hasta que dialogamos, profundizamos en ellas y nos damos cuenta de que son totalmente machistas.
Durante el taller No se nace machista, del Programa de formación de jóvenes líderes contra la violencia machista, tuve la oportunidad de analizar varias frases que impactaron la perspectiva que tenía sobre el machismo, por la crianza que tuve. Había internalizado el sentido de estas expresiones como normal, y entendía que, por ser mujer, tenía que aceptarlo.
“Ya estás hecha toda una señorita”
Esta frase es sinónimo de crecimiento, según el sistema patriarcal. Es una expresión que nos dicen cuando menstruamos por primera vez, cuando cumplimos 15, 18 y 21 años; cuando nos graduamos de la escuela, cuando comenzamos la universidad o nos graduamos de ella.
Crecemos escuchándola persistentemente y creemos que es parte de nosotras y que nos identifica. Sin embargo, debemos educar a nuestro entorno sobre esta frase que minimiza y crea estereotipos sobre nosotras. Podemos educar señalando la connotación que mayormente carga la palabra “señorita”, que apunta al desarrollo de características físicas, como el aumento en el tamaño de los senos.
Somos seres únicos. Cada parte de nuestro cuerpo, la amamos y la aceptamos. También, estamos en constante crecimiento por nuestros esfuerzos y méritos. No necesitamos frases machistas que nos etiqueten o minimicen nuestra grandeza.
“Lo cojo yo y le quito las paterías”
Se trata de otra expresión machista que constantemente escuchamos. Se suele utilizar por mujeres que se sienten atraídas hacia un hombre homosexual. Hombres, por otra parte, utilizan la de “está tan buena, que se te va a quitar lo de pato”.
Ambas son expresiones que tienen que ser repudiadas al instante. Ninguna persona tiene derecho a cambiar la orientación sexual de otra ni a utilizar peyorativos para degradar a otro ser humano.
El machismo es un problema social que comprende convicciones, hábitos y actitudes que manifiestan opresión e inferioridad sobre las mujeres en espacios familiares, sociales, económicos y laborales. Entre sus manifestaciones, también perjudica a los hombres.
Toda la violencia machista, la misoginia y otras formas más sutiles, que se constituyen como microagresiones y micromachismo, tienen que ser confrontadas, criticadas y denunciadas. Sin embargo, también tenemos la asignación de, como sociedad, continuar enseñando e incentivar a una educación libre de machismos desde nuestro hogar, comunidades y en nuestros entorno.
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Este ensayo fue redactado en el contexto del Programa de formación de jóvenes líderes contra la violencia machista, como parte de la campaña ¡Cambia ya!, un esfuerzo educativo y mediático gestionado por Todas y su compañía publicadora Equilátera, en alianza con WetJustica. La campaña es posible gracias a Oxfam y cuenta con el apoyo de InterMujeres. La autora es participante del programa. Puedes seguir la campaña bajo @CambiaYaPR en Facebook e Instagram.