(Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes)
No es la primera vez que sucede. Al contrario, hay una normalidad tremenda en culpar a las mujeres de todo lo que nos pasa. Esto ya es cuento viejo. La mataron porque era infiel, la violaron porque tenía falda corta, quedó embarazada porque no se cuidó, le pegaba porque no lo atendía, le hablaba feo porque lo sacaba de quicio, le gritaron en la calle porque iba casi desnuda. En este caso, la sobreviviente de violencia doméstica del exboxeador Juan Manuel “Juanma” López Rivera es culpable de “jugar” con el sistema de justicia por su solicitud en desistir de declarar contra su agresor.
Mientras leía y buscaba para escribir esta nota, pensaba en la repetitiva conducta que ubica la culpa como personaje principal de cualquier historia en la que una mujer decide o no decide nombrar a su agresor. En esta circunstancia, la sobreviviente optó por acudir a las redes y a los foros judiciales para denunciar la violencia que vivía o vive con su agresor, Juanma López. Sin embargo, lo que recibió fueron presiones y violencias de un sistema judicial que no centra a las sobrevivientes como prioridad en los casos.
La sobreviviente expresó en sala a la jueza que no estaba interesada en continuar con las acusaciones porque ha sido presionada y humillada por los fiscales, al punto de afectar tremendamente su salud mental. La sobreviviente alega que ha recibido más violencia del Estado que de Juanma López. Y yo le creo. Solo bastó con escuchar a la fiscal del distrito de Caguas, Aracelis Pérez, especular sobre la supuesta inconsistencia en cuanto a sus declaraciones. Esta alega que la sobreviviente, a veces, quiere declarar y a veces no. Exacto, parece que Pérez no sabe ni se imagina lo que es vivir o acompañar a una persona en un ciclo de violencia. Tampoco sabe que el 80% de las sobrevivientes que denuncian a sus agresores terminan desistiendo. No se pregunta la fiscal por qué esto ocurre, no se cuestiona porque no tiene conciencia de las circunstancias en las que trabaja, o porque genuinamente no le importa.
En un país donde matan a una mujer cada siete días, donde el sistema de justicia se hace de la vista larga en estos casos para luego lamentarse porque la víctima terminó asesinada, donde aún se gatea con la perspectiva de género en las escuelas, no hace falta buscar mucho más para entender que el Estado no existe para protegernos.
Sin embargo, la opinión pública, responsable también de mucha de la narrativa que se empuja en este país sobre la violencia de género, se ha encargado de echarle la culpa a la sobreviviente porque dizque está jugando con el sistema de justicia. Mienten. No hay manera de que una mujer que ha sido violentada pueda jugar con una estructura judicial que está diseñada para centrarse entre ganar o perder casos. No hay humanidad ni sensibilidad que se reconozca en circunstancias donde una persona necesita acompañamiento y apoyo, no necesariamente interrogatorios y citas para declarar.
En noviembre pasado, desde la organización política Colectiva Feminista en Construcción, denunciamos que el Estado no nos protege y que el sistema es el problema. Lo afirmamos sabiendo que hay unas estructuras que no protegen ni centran a las sobrevivientes como prioridad. Hoy, esta circunstancia valida esa realidad. Nuestro #EstadoDeEmergencia es permanente mientras las instituciones que están llamadas a protegernos tratan de usar a las sobrevivientes sin escucharlas ni apoyar las decisiones que tomen sean cuales sean. Solo existen para revictimizar, para el show mediático, para la pauta dentro de la comunidad jurídica. El sistema es el problema porque no hay verdaderas garantías cuando de salvar las vidas de las mujeres se trata. Una vez más, otra mujer queda a la merced de su agresor porque solo tiene como recurso a un Estado ausente y unos tribunales insensibles.
Mientras estas realidades siguen refrescándonos la crisis de violencia machista que vivimos, también seguimos esperando por una orden ejecutiva que reconoce un Estado de Emergencia, pero se mantiene como letra muerta ante la urgencia que ameritan estos tiempos. Muchas y muchos dirán que han tenido reuniones, que hay minutas que evidencian su supuesto trabajo. Exigimos acciones concretas. Las mujeres estamos en vulnerabilidad y no somos prioridad. #ElMomentoDelPare nunca llega, ¿dónde está el Estado de Emergencia?