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Cuando una boricua y una irlandesa se juntaron para reivindicar sus luchas 

Fotos por Ed Mulholland/Matchroom

Desde las aceras paralelas a tramos de la avenida Séptima en Manhattan, se avistan decenas de personas cargando banderas de Irlanda, acompañadas de otro grupo, que en menor cantidad, sostienen la monoestrellada de Puerto Rico. En dos días, sería el primero de mayo o Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras. Una lectura sin contexto deportivo, podría inventar que se trataba de un encuentro solidario entre dos pueblos que en el pasado convergieron en sus respectivas luchas en contra de los países que los sometieron al dominio colonial. Boricuas e irlandeses entonan sus respectivos cánticos, mientras se movilizan en una ventosa mañana de finales de abril. El escenario neoyorquino se presta para esos encuentros de lucha, resistencia y ansias de libertad. 

Pero en esta ocasión, la lucha tiene otros matices. El legendario coliseo del Madison Square Garden (MSG) sería el escenario para una actividad inédita. Dos mujeres, por primera vez, protagonizarán el evento estelar de una cartelera de boxeo celebrada en esta instalación en Manhattan. Amanda Serrano de Puerto Rico retaría a Katie Taylor de Irlanda por los títulos en las 135 libras de las cuatro principales organizaciones internacionales de boxeo.  

Era una pelea entre las dos mejores boxeadoras de la época y una lucha por continuar rompiendo barreras de género en los deportes, principalmente en aquellas competencias que la sociedad ha insistido en ponerle la etiqueta de “práctica masculina”. 

“Yo soy boricua, pa que tú lo sepas”, grita un grupo de personas que, desde las islas o desde algún rincón en donde residen integrantes de la diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos, llegaron a Nueva York para apoyar a su compatriota Amanda Serrano. 

“Olé, olé, olé…”, responden los irlandeses en su demostración de apoyo hacia una de las atletas más queridas en su país, Katie Taylor. 

Es viernes 29 de abril y la emoción es palpable. En un día, dos mujeres serán la cara del boxeo profesional a nivel internacional. 

El pesaje y el protagonismo de los promotores

El teatro del MSG fue escenario para la tradicional ceremonia de pesaje que se celebra durante la víspera de los eventos de boxeo. Ocho peleas fueron anunciadas. Aunque la fiesta deportiva del momento era una ocasión para celebrar a dos mujeres deportistas, sus respectivos promotores no perdieron tiempo para tratar de acaparar la atención del público y convertirse en los protagonistas.

Previo a los pesajes, Jake Paul, en representación de Serrano, y Eddie Hearn, quien promueve la carrera de Taylor, se dirigen al público para ofrecer sus perspectivas sobre la relevancia del evento a celebrarse el próximo día.

“¿Quién te recortó tu cabello?”. “¿Hasta cuándo seguirás con el síndrome del impostor?”.

Con esas preguntas, el público se mofó del estadounidense Paul, quien además de promotor, también ha tratado de probar suerte como boxeador. Es una figura controversial, no solo en el boxeo, sino en Puerto Rico, donde se mudó aprovechando una política de paraíso fiscal que le permite evadir impuestos. Defiende que existan playas privadas y de acceso limitado, y usa el deporte como plataforma de relaciones públicas para tratar de congraciarse ante quienes le critican. 

Por instantes, la gesta de Taylor y Serrano pasó a segundo plano. Hearn y Paul se encargaron de acaparar la atención. Con tono mesiánico, ambos millonarios no perdieron la oportunidad de dejar claro que sin ellos no hubiera sido posible que por primera vez dos mujeres ganaran al menos un millón de dólares por competir en una cartelera de boxeo. Poco les faltó por pedirle al público que gritara “gracias” como reconocimiento a su “aportación” a las mujeres deportistas. 

Pero, las cientos de personas que se dieron cita al pesaje en el MSG sabían lo que verdaderamente importaba ese fin de semana en Nueva York. Era el momento en que se celebraba el trabajo y las luchas de dos extraordinarias mujeres deportistas. 

La noche de la pelea  

Es sábado 30 de abril y, nuevamente, las calles contiguas al MSG están llenas de banderas irlandesas y puertorriqueñas. El ambiente es festivo. Se sospecha que Taylor y Serrano ofrecerán una gran batalla que nada tendrá que envidiarle a todas aquellas peleas legendarias que en el pasado se celebraron en Nueva York. 

La cantidad de entusiastas que apoyaba a la atleta irlandesa era mucho mayor a la que llegó para favorecer a la puertorriqueña. Sin embargo, esa diferencia numérica no fue impedimento para gritar y hacerse sentir antes y durante el evento. 

“¡Amanda, ahí!”, gritaba un puñado de boricuas a las 9:45 p.m.

Serrano, quien nació en Carolina, pero a temprana edad se mudó a Brooklyn en Nueva York, recibió el apoyo no solo de otros puertorriqueños de los Estados Unidos, sino de compatriotas que viajaron desde Puerto Rico para presenciar el histórico evento.

“Yo me motivé a venir para ser parte de la historia de dos mujeres grandiosas que tienen unas historias de lucha, de mucha resistencia, y de mucho corazón, metiéndole ganas a sus pasiones, a sus profesiones, a su desarrollo de destrezas y habilidades. Representan historias valiosas que son parte del futuro de las mujeres. Para la niña interior en mí, vengo a ser parte de este evento único y espero que no sea el último. ¡Vamos, Amanda!”, expresó la puertorriqueña del pueblo de Las Piedras, Lenulisy Rosado Estrada

“Es la primera vez que dos mujeres son la pelea estelar en el Madison Square Garden. Venir a apoyar era supernecesario porque este lugar está lleno de los colores blanco, verde y anaranjado (por la bandera irlandesa), y teníamos que traer el rojo, blanco y azul celeste de nuestra bandera”, comentó, por su parte, Sergio Velázquez Rivera, quien también viajó desde Las Piedras.

A las 10:22 p.m., los altoparlantes de MSG sonaron la canción Pepas del artista puertorriqueño Farruko. Serrano entró al cuadrilátero bailando y saludando al público. Minutos después, Taylor hizo lo propio, pero con una canción más lenta que la de su rival. El rostro de la irlandesa no produjo ningún gesto, excepto fijar su mirada seria hacia adelante, mientras se acercaba al ensogado. 

¡Suena la campana! 

La pelea fue pareja de principio a fin. En ocasiones, Serrano dominó a su oponente, quien en el quinto asalto parecía que caería en la lona, pero la campana de cierre evitó que la reyerta terminara por la vía del nocaut. Taylor no se amilanó, al demostrar su cría y pedigrí boxístico en los últimos tres asaltos. 

Al final, dos de los tres jueces vieron a Taylor ganar. La deportista irlandesa retuvo sus títulos de las 135 libras. Sin embargo, la decisión fue criticada por muchas personas, que entendieron que Serrano ganó el combate. 

El legado

Es difícil que haya consenso en torno a las decisiones de peleas tan competitivas y cerradas como la que protagonizaron estas dos mujeres. ¿Habrá revancha? Es muy probable. 

En la noche del sábado 30 de abril del 2022, dos deportistas ofrecieron un gran espectáculo deportivo. Fue una victoria para quienes por años han abogado por condiciones dignas para las mujeres en el deporte. Es una oportunidad para recordar las vicisitudes de Katie Taylor, quien tuvo que pretender ser “un varón” para poder boxear cuando ese deporte estaba prohibido para las mujeres en su país. Es la ocasión para reflexionar sobre los míseros salarios que, por años, obtuvo Amanda Serrano, cada vez que se subía a un cuadrilátero en representación de Puerto Rico. 

Una sola pelea no arreglará los problemas de inequidad deportiva, ni tampoco restaurará la confianza entre quienes opinan que el boxeo como deporte perdió la credibilidad. No obstante, ver a dos mujeres celebrar sus legendarias carreras deportivas, frente a miles de personas en el coliseo más famoso del planeta, brinda algo de esperanza y trae algunas dosis de alegría.   

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