(Serie Trenzadas: una cadena de vivencias)
A través de los años, las fundadoras del Colectivo Moriviví entendieron que su pasión era organizar una agrupación con un propósito: gestionar activismo comunitario con el arte.
Sin embargo, con el distanciamiento físico requerido para la prevención de la COVID-19, las artistas Raysa Raquel Rodríguez García y Sharon González Colón idearon proyectos en línea para continuar con su labor comunitaria desde los hogares.
Al inicio de la pandemia, el Colectivo Moriviví impartió clases de autoterapia con el arte en sus redes sociales. Luego, gestionaron la iniciativa Tallereo comunitario en el que formalizaron dos grupos para crear espacios de reflexión, cuyas ideas se traducirían en temáticas para las ilustraciones que presentaron al finalizar los talleres.
“Son temas que surgieron en conversaciones con estas personas que, de cierta manera, nosotres les ayudamos a abrir y hablar de ello. Estas conversaciones son pensamientos e ideas bien personales de estas personas, y encontramos que es importante visualizarlas de alguna forma”, explicó Rodríguez García, cofundadora del colectivo.
En el proyecto, auspiciado por la organización FRIDA The Young Feminist Fund, las participantes pudieron estimular su creatividad y conceptualizar ideas de cuestiones sociales que impactan a sus comunidades en tres talleres.
A partir de las nociones discutidas, Rodríguez García y González Colón figuraron dos series: Trenzadas: una cadena de vivencias y Sembremos: homenaje a las huertas comunitarias.
Cuidado colectivo
La temática de Trenzadas: una cadena de vivencias surgió en reconocimiento a las relaciones de cuidado entre mujeres latinoamericanas.
Las integrantes del grupo, que también provenían de distintos países como Colombia, Venezuela y Guatemala, coincidieron en que era importante visibilizar las tradiciones culturales del peinado, como el trenzado, específicamente en América Latina.
“Del tema del acto de cuidado fue que surgió la idea de empezar hablar de las trenzas”, aseguró González Colón, quien también es creadora del Colectivo Moriviví.
En la depuración de la idea, las artistas entendieron que era necesario representar el trenzado en mujeres negras como un acto histórico de sobrevivencia. Las ilustraciones muestran entre las trenzas granos de arroz escondidos, una práctica común entre mujeres esclavas, aseguraron. Comentaron también que se reflexionó sobre las rutas de escape que ocultaban las mujeres negras en sus peinados.
Asimismo, en reconocimiento de las mujeres indígenas latinoamericanas, las pintoras incluyeron en las ilustraciones figuras féminas nativas para concienciar sobre la discriminación que viven.
“(Las imágenes) hablan del encuentro cultural y de ese legado que sabemos que tenemos, y que nos une en muchos sentidos”, añadió González Colón.
Por otro lado, Sembremos: homenaje a las huertas comunitarias resaltó el trabajo colectivo que conlleva la autonomía alimentaria entre comunidades, como los huertos caseros, ante la experiencia del huracán María en Puerto Rico.
Resiliencia latinoamericana
González Colón señaló que, en uno de los talleres, una de las compañeras dijo que existe una resiliencia latinoamericana, pues aún en medio de las crisis, “buscamos maneras de cuidarnos”.
Para la creadora, la expresión fue gratificante al propiciar un espacio de entendimiento mutuo que se evidenció en las ilustraciones finales.
“Me sorprendió mucho la intersección constante que teníamos entre lo que estábamos hablando y nuestras experiencias. Cómo había ese encuentro con nuestras vivencias todo el tiempo”, aseguró.
Por su parte, Rodríguez García detalló que, a través de las semejanzas, encontró un sentimiento de hermandad.
“De alguna forma, el hecho de encontrar estas similitudes, con estas personas, sientes que son familia de cierta manera”, precisó.
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Un proyecto en conjunto
González Colón y Rodríguez García autogestionaron el Colectivo Moriviví luego de tener una experiencia, en sus últimos años en la Escuela Central de Artes Visuales, con la iniciativa Santurce es Ley, que agrupa a artistas para hacer arte urbano.
Con el tiempo, las especialistas en arte encontraron un entusiasmo por el muralismo comunitario que desembocó en incluir a las personas de la comunidad en el proceso de conceptualizar ideas y plasmar el arte en muros.
A pesar de la pandemia, las artistas concordaron en seguir utilizando el arte para transmitir, cuestionar y visibilizar problemáticas sociales, y para reafirmar identidades como mujeres puertorriqueñas y latinoamericanas.