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La solidaridad que trasciende la emergencia

Caravana Violeta Coordinadora Paz para la Mujer

(Suministrada)

En el camino a uno de los residenciales de Yauco, hay algunos derrumbes de tierra, estructuras con paredes agrietadas y pedazos de cemento que yacen derrumbados sobre calles y aceras. Pero, al llegar, pareciera que el complejo de vivienda pública que albergaba a 79 familias resistió los dos terremotos que estremecieron Puerto Rico la mañana del 7 de enero. A simple vista, no se observan daños. Por dentro, las paredes colapsadas en los edificios 5 y 8 dan una idea de los segundos de terror que vivieron los residentes cuando la tierra empezó a sacudirse sacándolos a todos de sus camas y tumbando cada cosa que había en las superficies y paredes. Tan terrible fue que ninguno, ni siquiera otros cuyas residencias no sufrieron tantos daños, ha vuelto a dormir adentro.

El viernes, unas 29 familias ya se habían ido. Ese mismo día, otra recogía sus cosas y se disponía a abordar un avión hacia Estados Unidos. Los que quedan, duermen fuera, en catres bajo carpas, en casetas de campaña o en sus carros, en cualquier lugar que les asegure que si vuelve a temblar, están más o menos seguros, y donde el crujir del cemento asusta un poquito menos.

Son, en su mayoría, adultos mayores, madres solteras con varios hijos y personas con diversidad funcional y necesidades especiales. La pobreza hacía sus vidas complicadas desde antes de los terremotos. El desastre y la respuesta gubernamental -que incluye la relocalización en municipios distantes y amenazas de pérdida de custodia de menores si no aceptan la reubicación propuesta- agravan su situación con la incertidumbre sobre cuándo podrán volver a dormir bajo un techo seguro, pero más que eso, cuándo podrán volver a dormir la noche entera.

Sus necesidades inmediatas estaban cubiertas cuando el viernes llegó hasta allí la Caravana Violeta de Coordinadora Paz para la Mujer, pero sus inquietudes particulares de salud integral, orientación sobre derecho a la vivienda y temas de familia, y otras preocupaciones todavía no se habían atendido. Con esa misión, fue la caravana, un junte de mujeres y personas voluntarias de organizaciones como SIEMPREVIVAS Metro, Casa Julia, Salud y acupuntura para el pueblo, La copa solidaria y Vueltabajo Teatro, entre otras.

Fueron parte psicólogas y trabajadoras sociales de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad Carlos Albizu a atender las necesidades que quedan cuando ya se han repartido los suministros de supervivencia: la salud mental y la organización comunitaria. También abogadas que orientaron en respuesta a sus preguntas.

Atención que trasciende lo urgente

La Caravana Violeta inició como un esfuerzo para apoyar a las organizaciones que trabajaban las necesidades de las mujeres luego del huracán María y continuó hasta el verano de 2018. Se reactivó luego de los terremotos en el sur.

“La Caravana Violeta hacia el sur surge con la intención de una apoyar a comunidades con las cuales tenemos algún vínculo con lo urgente, pero siempre teniendo en mente que hay un trabajo que hacer con las mujeres y sus ejemplos”, expuso Elithet Silva Martínez, profesora de la Escuela Graduada de Trabajo Social de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y una de las coordinadoras de la iniciativa en Yauco.

Como parte del impacto en las comunidades, voluntarios y vecinos trabajan estrategias de prevención de violencia de género.

En esta ocasión, las personas participantes de diferentes organizaciones se encontraron a las 6:30 a.m. en el centro comercial Montehiedra, a las 7:00 a.m. se encaminaron a Yauco, a las 8:30 a.m. hicieron una parada en Santa Isabel y a las 10:00 a.m. ya estaban en la cancha del residencial.

Las recibió una vecina que se convirtió en líder de la comunidad, sin pedirlo ni proponérselo, cuando a un día del terremoto, ninguna agencia había llegado al residencial y tuvo que moverse al centro de operaciones de emergencia del municipio a pedir ayuda. Desde entonces, organizaciones y empleados públicos la llaman a ella para identificar las necesidades de su comunidad.

En una ronda de invitaciones, muchos vecinos, principalmente madres y abuelas, reconocían que vivían con un alto nivel de ansiedad. También, tenían dudas sobre los derechos que las acogían.

Una sesión de acupuntura a cargo de Salud y acupuntura para el pueblo permitió que adolescentes y adultos tuvieran un momento de relajación y aprendieran sobre nuevas formas para manejar su ansiedad. Mientras, los niños jugaban en otro espacio.

Caravana Violeta Coordinadora Paz para la Mujer

A través de la terapia narrativa, las psicólogas y trabajadoras sociales trabajaron sobre los múltiples duelos a los que se exponen los jóvenes, que incluyen la pérdida de sus viviendas, el no poder regresar a sus escuelas y tener que despedirse de amigos que eran vecinos y partieron a otros pueblos o a Estados Unidos.

“Aprovechamos ese tiempo para desarrollar una cultura de solidaridad que sabemos que nos sirve para situaciones de emergencia, pero que también nos sirve para crear conciencia sobre lo que son los derechos de los géneros, pero particularmente los derechos la niñez y las mujeres”, apuntó Silva Martínez.

Al menos, tres veces tembló durante el día, pero la mayoría no los sintió, y otros que sí se dieron cuenta concentraron su atención en las actividades que la caravana había llevado.

Estas actividades, contó Silva Martínez, sirven de embocadura para un trabajo de seguimiento en la comunidad que responde a sus necesidades particulares.

“A veces, queremos responder en la urgencia, pero sabemos que las necesidades no duran dos o tres semanas, que es el tiempo que pasa en una situación de emergencia antes de empezar a hablar de recuperación, así que pretendemos tener seguimiento con las comunidades a las que vayamos y la caravana continúa”.

“Se piensa que solo con entregar suministros, cumplimos. Y no. Hay un trabajo de seguimiento en las comunidades, de denuncia, de reclamo al Estado e, inclusive, de revisar las políticas públicas relacionadas a los eventos naturales para que el desastre deje de ser un desastre político”, subrayó la trabajadora social al explicar por qué las caravanas continuarán frecuentando las comunidades que ya han impactado al tiempo que incluyen otras en las que ya se han establecido enlaces.

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