(Ilustración por Elizabeth Barreto para Todas)
Con el nacimiento de su nieta, en el 2020, la vida de Brenda Liz Pérez Bahamonde cambió por completo. Incluso, su nombre. La llamaban “Lela”, como le decía la bebé de un año y medio.
“La niña era la luz de sus ojos”, contó Nicole Colón Pérez, hija menor de Pérez Bahamonde.
Desde estar presente en su nacimiento y llevarla a citas con el pediatra hasta tener un cuarto en su casa, la nieta de la exagente de la Policía se volvió el centro de su vida, junto a sus cuatro hijos -de 30, 28, 25 y 24 años- y su mamá, a quien también cuidaba cuando salía del trabajo.
“Era una persona querida por todo el mundo […] ayudaba a todo el mundo, siempre estaba pendiente de la gente. Esa era mi mamá. Ella siempre fue así”, consignó Colón Pérez.
Junto a su trabajo, compartir con su familia era lo que Brenda Liz más disfrutaba.
Hace 21 años, Pérez Bahamonde se unió a la Uniformada para buscar un mejor futuro para su familia y allí encontró su pasión. Nicole relató que a su mamá le apasionaban las investigaciones criminales, que debía realizar como parte de su trabajo en la División de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Criminales de Guayama.
“Desde que ella nos tuvo a nosotros, a mí, que fui la última hija que tuvo, ella decidió meterse a la Policía por todos, por tener una mejor vida y un mejor futuro para sus hijos. Ella fue muy dedicada a su trabajo. A ella le encantaba su trabajo”, contó la joven, de 24 años, residente en Estados Unidos.
Amigos y conocidos en redes sociales también la catalogaron como una agente del orden público de primera, humilde y que siempre estaba pendiente del bienestar común.
Brenda Liz Pérez Bahamonde se convirtió en la primera víctima de un feminicidio íntimo en el 2022. La noche del 27 de enero, su expareja José Antonio Rivera Velázquez, contra quien pesaba una orden de protección que venció en diciembre, disparó en la casa de la mujer, ubicada en el barrio Naranjo, en Salinas.
La agente, de 46 años, herida de bala, guió desde la residencia hasta el cuartel de autopistas de Salinas para denunciar lo ocurrido y pedir auxilio, pero murió de camino al Hospital Menonita en Guayama.
“Ella trató de hacer su mejor esfuerzo y de estar ahí hasta lo último, quizás, pensando en su nieta y en sus hijos. Eso a mí me llena mucho de orgullo porque eso quiere decir que mi mamá guerreó hasta lo último. Al menos, me siento en paz, de una parte, porque logró decir quién fue la persona que lo hizo”, contó la joven, quien explicó que Brenda Liz manejó una distancia larga sin sus espejuelos, que le eran necesarios, especialmente durante la noche.
La pareja había terminado su relación hacía unos meses, pero el agresor no quería abandonar la propiedad que compartían. Por tanto, Brenda recurrió al tribunal para pedir una orden de desalojo. Sin embargo, obtuvo una orden de protección con desalojo. El recurso legal venció tres semanas antes del asesinato, cuando un psicólogo validó la orden para que volvieran a armar a Rivera Velázquez, también miembro de la Uniformada.
En Estados Unidos, la hija menor de Brenda llegó, el día del feminicidio, de su trabajo y, mientras cocinaba, vio la noticia de una mujer herida de bala que pidió auxilio a un cuartel en Salinas.
“La noticia decía que su condición era delicada, pero no dijeron ningún otro tipo de información. ¿Qué pasa? Cuando leo la noticia, yo presentí y me vino a la cabeza mi mamá. Pero como no dijeron nombre, ignoré la noticia”, explicó Colón Pérez.
Posteriormente, cuando estaba en su cama lista para dormir, recibió una llamada de su prima en la que le pidió que estuviera tranquila y le dijo: “Abuelo Chucho [como la nieta de Brenda le decía a Rivera Velázquez] tiroteó a tu mamá”.
Luego, la llamó una de sus hermanas para confirmar la muerte de su madre.
El sábado 22 de enero, Colón Pérez conversó con ella por última vez. Le envió una foto junto a su hemana. Brenda Liz respondió: “Dios les bendiga, las amo”.
Colón Pérez estaba sorprendida con lo sucedido. Durante sus últimas vacaciones en Puerto Rico, en junio, convivió 26 días con su mamá y su feminicida, pero no notó ningún suceso que le hiciera pensar que Brenda Liz era víctima de violencia doméstica. Las dinámicas de violencia doméstica, muchas veces, se muestran fuera de la relación de pareja.
No obstante, la madre de la víctima, Zuleyka Bahamonde Morales, relató, en entrevista con WAPA TV, que Rivera Velázquez acechaba a Brenda Liz e intentaba indagar sobre su vida a través del contacto con familiares.
Así también lo confirmó su excompañera de trabajo Yovanna Aponte, quien publicó, en sus redes sociales, una foto junto a Pérez Bahamonde acompañada por un mensaje dirigido a las víctimas de violencia de género.
“Algún día, nos encontraremos mi guerrera, mi niña de cabello dorado gracias por ser compañera, amiga, oídos y ser ese ser humano tan humilde […] Hoy, digo te fuiste como la guerrera que fuiste, luchaste hasta que la vida te lo permitió, vuela alto reina, que acá en la tierra se hará justicia. #NiUnaMenos”, escribió en la publicación.
Acusado por el feminicidio
Rivera Velázquez fue acusado de violar el artículo del Código Penal de Puerto Rico 93 (E) (6) de feminicidio y el 6.14 de la Ley de Armas. El juez Juan León González impuso una fianza de $1.5 millones por el primer delito y $500,000 por el segundo. El acusado no pudo presentar dicha suma, por lo que fue ingresado a la cárcel Las Cucharas, en Ponce, y podría enfrentar 99 años de prisión.
La vista preliminar fue inicialmente pautada para el miércoles, 23 de febrero. Según el periódico El Vocero, a ese momento, el sumariado no había formalizado su defensa. Por la dilación del abogado privado que la familia de Rivera Velázquez contactó, la jueza Rubimar Miranda Rivera tuvo que excusar a los cuatro testigos que testificarían en la vista.
Según el medio de comunicación, la fiscal Milagros Saldaña Pérez dijo que tenía un caso sólido con sobre 20 testigos, la admisión de los hechos del feminicida y el testimonio de Brenda Liz antes de su muerte.
La próxima vista está pautada para el martes, 1 de marzo, cuando, a mandato de la jueza Miranda Rivera, el acusado deberá contar con defensa.
“Me siento muy orgullosa de mi mamá. Fue una excelente persona, una excelente agente de la Policía. No lo digo solo yo, lo dicen sus compañeros de trabajo. Al final del día, fue una guerrera y yo siempre viviré orgullosa de ella, y de todo lo que hizo. Luchó hasta el final por su vida, por no dejar solos a sus hijos, ni a su nieta, ni a su mamá”, concluyó Colón Pérez, quien admite que aún no procesa la pérdida.
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