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Las maestras Rivera: en pie de lucha por un retiro digno

Maestras de Barranquitas 1

En 1995, la maestra de educación especial Sonia Rivera Rivera participó de su primera manifestación como parte del magisterio. No recuerda cuál era específicamente el reclamo, pero sí que estuvo con sus dos hijos mayores, Griselle y Jorge. A uno lo llevaba en sus hombros; a otro, en un coche. Les alternaba a medida que caminaba. 

Con el pasar de los años, se fueron sumando sus hermanas. Poco a poco se convirtieron en seis hermanas maestras que luchan juntas por las causas justas. 

Hace unas semanas, cobraron notoriedad, en redes sociales, cuando asistieron a las manifestaciones por un salario y retiro dignos para el magisterio. 

“Cuando voy con ellas, me siento con el compromiso, como hermana mayor, de luchar por mis hermanas porque adoro a esas mujeres y las admiro. […] Protestar en familia me hace sentir fuerte, poderosa y me da muchas razones para estar allí”, contó Sonia, quien estaría a un año y diez meses de la jubilación. 

Un plan bien pensado

Para Sonia, el plan del gobierno para precarizar, aún más, al magisterio fue perfecto y para nada improvisado. 

Luego de la aprobación del Plan de Ajuste de la Deuda, les orientaron para cotizar el seguro social y, posteriormente, les informaron cómo se calcularía su retiro, que no considerará el aumento, hasta ahora temporal, de $1,000 mensuales. 

“No se va a permitir que esos aumentos se reflejen en mi retiro, así que me voy indigente”, sostuvo Sonia.

Con el nuevo cálculo para determinar el retiro del magisterio, tendría que trabajar diez años adicionales a los 28 que tiene de servicio. Su pensión disminuiría de $2,114 a $1,359. 

Cálculo de maestra de Barranquitas
Cálculo del retiro de Sonia

Sus hermanas Carmí, de 42 años, y Yulimar, de 40, piensan que no se pueden retirar del Departamento de Educación (DE) porque estarían destinadas a la indigencia. 

“¿Qué es lo que estamos contemplando de repente? Pues hay que renunciar al Departamento. Hay que solicitar que nos den el dinero [del retiro] que ellos tienen para hacer que crezca ese dinero de alguna manera para que podamos vivir la vejez”, soltó Yulimar, quien enseña Teatro a niños de kínder a tercer grado. 

Sonia explicó que, al momento de pensar en qué dirían sus carteles para las marchas del Teacher Flu, creyeron necesario consignar que son una familia de seis mujeres que se enfrentan a las pobres condiciones de las maestras en Puerto Rico. 

“No queríamos impactar con nuestra historia, sino que somos seis. Si las seis somos indigentes, ¿quién nos va a mantener? Somos seis que necesitamos un retiro digno y justicia salarial”, expuso Sonia.

Por su parte, Carmí añadió que el impacto que causaron en la calle no fue intencionado, pues llevan años de resistencia. Contó que las personas las veían y comenzaban a contar para corroborar si, realmente, eran seis hermanas maestras. Luego, se emocionaban al verlas juntas en pie de lucha.  

“Llevamos muchísimo tiempo en la calle, porque esto no es nuevo, pero si las circunstancias nos van a hacer ahora portavoces de otros maestros y servidores públicos, este es el momento y estamos listas para eso”, aseguró Carmí. 

Su mamá las guía en la calle y en el aula

Las seis maestras Rivera Rivera vienen de una tradición de lucha y docencia. Su madre, de 76 años, fue maestra y ha defendido las causas justas a lo largo de su vida. 

“Esa valentía nos viene de ella. Tenerla y tenernos nos da certeza de que tenemos respaldo y no hemos necesitado más nada”, soltó Carmí.

En entrevistas individuales, Sonia, Yulimar y Carmí admitieron que siempre quisieron ser maestras porque les fue imposible no enamorarse de la profesión cuando veían el ejemplo de su mamá. 

“Yo creo que, en algún momento de la vida de todas, sabíamos que íbamos a ser maestras, pero estábamos buscando de qué. Cuando decimos que nacimos con esta vocación, es porque no sabemos otra forma de explicarlo”, expresó Yulimar.

Cuentan que su mamá creía y les enseñó una educación de aprobación de sus talentos y sus deseos, que integrara el arte y el amor a la patria. 

“Mami era la mejor maestra del mundo, la mejor que yo he conocido. Ver cómo mami hacía su trabajo era inevitable enamorarse de eso”, afirmó Sonia. 

Todas destacan, con orgullo, que su mamá fue arrestada por desobediencia civil cuando luchaba por la expulsión de la Marina de guerra estadounidense en Vieques. También, es ferviente defensora de la independencia para Puerto Rico, así como sus hijas. 

Yulimar, por su parte, recordó que su mamá estuvo, durante un año, viajando dos veces por semana a Vieques para participar de los campamentos. Igualmente, vio a su mamá frente al portón de su escuela sola explicando a sus compañeros lo importante de la lucha. Así también, les ha tocado a ella y a sus hermanas en las diferentes escuelas en las que han trabajado. 

Las Rivera Rivera acompañaban a su mamá a diversas manifestaciones, en las que se exigían derechos que ahora ellas gozan, como la licencia de maternidad y la hora de capacitación, y otros asuntos que aún son reclamos, como la justicia salarial y la reducción de estudiantes por grupo para una educación más individualizada. 

“Los maestros siempre han sido mal pagados y sigue aumentando el costo de vida, pero el salario se quedaba igual. Mi mamá, a veces, pasaba la quincena con $15, cuando ella terminaba de pagar todo”, contó Carmí sobre su madre, quien tuvo ocho hijos, seis maestras, una ingeniera y un comerciante. 

Como en el caso de la mayoría de las hermanas Rivera, el sueldo del DE era el único dinero fijo que entraba a su casa, pues su papá era comerciante y su ingreso era inestable. 

“Nuestro sueldo es el sueldo seguro. El sueldo de mi mamá es el sueldo que nos dio educación a todas”, sostuvo Carmí, quien también es maestra de Teatro para estudiantes de kínder a tercer grado.

“Todas, en algún momento, nos hemos tenido que encargar, con el sueldo fijo que tenemos, aunque sea pobre, de manejar todas las finanzas del hogar”, añadió.

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Guarikén: un sueño hecho realidad

En uno de los carteles que llevaron a una de las marchas hacia La Fortaleza se leía: “Una de seis hermanas maestras con dos empleos”. 

Como muchas docentes, las Rivera Rivera siempre han tenido más de un empleo para costear las necesidades de sus respectivas familias. 

En 2017, crearon Guarikén, un espacio que todas describieron como “un sueño hecho realidad”. Comenzó como una escuela de teatro, pero se ha transformado para ofrecer diversos servicios educativos a jóvenes de Barranquitas, su pueblo natal, y áreas limítrofes. 

De esta manera, las maestras Rivera autogestionan su espacio soñado, en el que pueden aportar desde sus talentos. 

“Hicimos un despliegue de talentos y cada cual pone allí lo que les apasiona. Siempre digo que en Guarikén servimos desde nuestras pasiones”, expuso emocionada Yulimar, quien enseña Teatro y Yoga en lo que describe como su “escuela ideal”.

A ella se le suman sus hermanas, quienes dan tutorías y un grupo de artistas que ofrecen clases de baile, canto y artes visuales.

“En Guarikén, estamos formando seres luchadores, conscientes del otro y respetuosos de la equidad”, explicó Sonia, quien ofrece tutorías para desarrollar la fluidez y comprensión de lectura en niños. 

“Nuestro sueño de lo que sería el DE lo tenemos allí, un lugar donde los niños son validados desde que entran. […] Guarikén es un sitio donde los niños se pueden equivocar con frecuencia y no hay problema con eso”, añadió Yulimar, quien tuvo la valentía de conseguir un préstamo para comenzar el proyecto. 

Desde la escasez del DE, soñaron con una escuela en la que todo fuera posible. Lo único que falta es que sea gratuito para alcanzar a personas que no pueden pagar por los  servicios que se ofrecen. 

“Estamos cobrando lo menos que se puede cobrar, pero quisiéramos que la educación fuera accesible para todos, incluso la de Guarikén. Es un sueño que está encaminándose. En algún momento, Guarikén será un sitio al que llegue todo el que quiera aprender algo y lo costeará (a través de) propuestas que haremos”, concluyó Yulimar.

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