(Foto de archivo por Gabriela Carrasquillo Piñeiro)
La insensibilidad gubernamental, la escasez de albergues especializados y la poca comprensión sobre las situaciones que atraviesan las mujeres de experiencia trans en relaciones de violencia doméstica ha obligado a muchas a escapar de sus agresores de Puerto Rico a Estados Unidos.
De 2018 a 2021, nueve personas de experiencia trans reportaron a la Policía incidentes de violencia doméstica, de acuerdo con estadísticas suministradas por el negociado a Todas.
Sin embargo, la cifra podría ser mayor, según activistas de derechos humanos y personas que trabajan directamente con esta población. Las burlas, el uso errado de sus pronombres y el desconocimiento de sus necesidades de parte de la Policía desalientan las denuncias. El riesgo de ser encontradas por sus agresores en el archipiélago es otro temor común entre las mujeres de experiencia trans.
En 2020, la organización sin fines de lucro Arianna´s Center, con base en el sur del estado de Florida, encuestó a 212 personas que se identificaron como trans o no binarias en Puerto Rico. El 63% de las personas de experiencia trans encuestadas respondieron haber experimentado violencia de parte de una pareja.
El mismo porcentaje también indicó que Puerto Rico no era un lugar seguro para vivir como personas trans. Ese mismo año, seis personas trans, cinco mujeres y un hombre, fueron víctimas de transfeminicidios. Desde 2010, se han registrado en Puerto Rico 15 transfeminicidios.
Entre las jurisdicciones de Estados Unidos a las que más mujeres trans han huido desde Puerto Rico, mencionó Arianna Inurritegui-Lint, fundadora del Arianna´s Center, están Nueva York, California y Florida.
La edad a la que estas mujeres tienden a migrar, precisó, ronda entre los 25 y los 40 años.
Como primera alternativa, las mujeres de experiencia trans tienden a refugiarse con familiares. Esta decisión representa uno de los mayores retos porque, en ocasiones, no validan su identidad de género, explicó la fundadora. Como segunda alternativa, viven con sus pares o en albergues especializados para sobrevivientes de violencia doméstica.
“En muchos de estos casos, es la propia mujer trans, que es víctima de violencia doméstica, la que tiene que migrar porque no encuentra servicios adecuados en Puerto Rico”, expresó Inurritegui-Lint.
Ciertas mujeres de experiencia trans se mudan porque, al solicitar una orden de protección, los tribunales las revictimizan y las desalientan con preguntas sobre sus transiciones de género, reveló Ivana Fred Millán, activista por los derechos de las comunidades LGBTQIA+.
El trato que estas mujeres reciben en los tribunales, a su juicio, refleja una invisibilización sistemática de sus pesares, retos y necesidades.
“La falta de conocimiento sobre la experiencia de las mujeres trans las invalida”, agregó la activista.
“En medio de los procesos que se dan, se les trata como a una pareja tradicional”.
En la Policía, acotó, sucede lo mismo.
Discrimen subreportado y sin consecuencias
Cuando un policía no atiende correctamente a una mujer de experiencia trans durante un incidente de violencia doméstica, es referido a una investigación administrativa y a una evaluación psicológica, explicó la directora de la División de Crímenes Contra la Mujer y la Violencia Doméstica del Negociado de la Policía, Aymee Alvarado Cardona.
La Unidad de Violencia Doméstica atiende todos los incidentes de violencia doméstica, incluidos los que involucran a personas de experiencia trans, indicó.
Para que un incidente sea categorizado como uno de violencia doméstica, debe haber ocurrido entre una pareja o expareja con afinidad emocional que haya atravesado maltrato, intimidación o abuso sexual. Alvarado Cardona explicó que cuando la sobreviviente es de experiencia trans el agente lo especifica en su informe policiaco.
“De venir cualquier defecto dentro de la investigación, nosotros, como división especializada, tenemos la responsabilidad de verificar y de consultar con el fiscal para, de haber un trámite que se hizo de manera incorrecta, mejorarlo”, expresó.
La Superintendencia en Responsabilidad Profesional del Negociado de la Policía (SARP) recibió de enero de 2014 a julio de 2021 siete querellas administrativas relacionadas con la Orden General 600-624, la cual rige el trato de los oficiales a las personas de experiencia trans, según documentos entregados a este medio. En total, dos de estas querellas han sido por identidad de género y cinco por orientación sexual. Hasta el 8 de julio de 2021, seis de las siete querellas han sido investigadas, de las cuales cinco no se sostuvieron y una resultó en la exoneración del agente, se lee en los documentos. Solo una continúa bajo investigación.
Esta orden establece los procedimientos operativos y administrativos para los empleados del Negociado de la Policía de Puerto Rico interactuar con las personas de experiencia trans – especialmente los policías –. Por ejemplo, cómo conocer la identidad de género, facilitar servicios sanitarios y catear con dignidad, respeto y seguridad.
Las querellas fueron sometidas a través de los formularios PPR-111 y PPR-311.1 a la Superintendencia Auxiliar de Desarrollo Profesional, que son incoados de ocurrir cualquier acto indebido o conducta impropia de parte de un miembro, de un empleado o de una persona civil de las fuerzas policiacas hacia la persona querellante.
Es requerido en ambos formularios describir los hechos por los que se presenta la querella.
En particular, el PPR-311.1 menciona como un hecho a ser querellado la mención de una palabra, de una frase o de un término ofensivo, así como la insatisfacción por cualquier investigación o servicio.
Adiestramientos sin auditorías
En cumplimiento con la orden general, el Negociado de la Policía impartió 870 sesiones de adiestramiento de 2015 a julio de 2021. En total, ha adiestrado a 13,343 instructores y empleados estatales sobre cómo interactuar con personas de experiencia trans.
La orden requiere auditoría y monitoreo de estos adiestramientos. Sin embargo, el director de la Oficina de la Reforma, Carlos J. Figueroa Ortolaza, certificó en una carta enviada a este medio que, al 15 de julio de 2021, los adiestramientos no habían sido evaluados. Indicó que se encuentra a la espera de que el monitor de la Policía y el Departamento de Justicia de Estados Unidos aprueben el borrador de las políticas para regularlas antes de implementarlas.
El trato inadecuado de los agentes de la Uniformada hacia las mujeres trans las victimiza doblemente, estableció el portavoz de Puerto Rico para Tod@s, Pedro Julio Serrano, lo que ha intensificado su desconfianza en el sistema.
Lo que ha escuchado sobre el trato a esta comunidad, advirtió, es contrario a la Reforma de la Policía.
“No se siguen, son letra muerta”, expresó el portavoz sobre las políticas establecidas en la Orden General 600-624. “No hay adiestramientos, no hay seguimiento, no hay un compromiso del liderato de la Policía para implementar estos protocolos”.
“Lo dejan a la merced de ese oficial que atiende la querella”, agregó.
Esfuerzo con policías municipales
Debido a que la reforma de la Policía no cobija a los policías municipales, el director ejecutivo de la Comisión de Derechos Civiles, Elvin Padilla Ruiz, desarrolló una academia para orientarlos sobre la diversidad sexual y de género en Puerto Rico.
Hasta el momento, la Comisión de Derechos Civiles ha adiestrado a policías de Villalba, Carolina, Mayagüez, Ponce y San Juan, reveló, así como a sus respectivas unidades de violencia doméstica y de delitos sexuales.
“Las evoluciones, las necesidades y los rostros de la diversidad se ajustan todo el tiempo”, expresó el director ejecutivo.
Inconsistencia e invisibilización estadística
Desde 2014, cuando una sobreviviente de experiencia trans solicita los servicios de los Centros de Ayuda a las Víctimas de Violación del Departamento de Salud, se le pregunta su sexo, género y orientación sexual, mencionó su directora María Rebecca Ward.
El objetivo de estas preguntas es tener un perfil de las personas que reciben sus servicios, detalló.
No obstante, el Observatorio para la Prevención de la Violencia de Género de los centros no tiene estadísticas sobre la violencia doméstica contra las mujeres trans, reveló la directora. Esta plataforma se nutre de estadísticas de agencias gubernamentales que no siempre preguntan la identidad de género o el sexo de quienes procuran los servicios.
Los operadores de la línea de emergencia de los centros tampoco preguntan el sexo o la identidad de género de quien llame, mencionó, “porque tiende[n] a estar centrados más en una intervención, de cuál es la necesidad de la víctima”.
El Sistema de Vigilancia de Muertes Violentas del Instituto de Estadísticas, a cargo de Mariluz Bezares Salinas y de Diego Zavala Zegarra, también se nutre de estadísticas de agencias gubernamentales, como el Negociado de la Policía, el Negociado de Ciencias Forenses y el Registro Demográfico del Departamento de Salud.
Los dos mencionaron que, aunque desglosan sus números por sexo, orientación sexual e identidad de género, su sistema de vigilancia se circunscribe a lo que reporta cada agencia.
El investigador a cargo es quien escribe el género de la persona querellada en el reporte de incidencias tras preguntarle, ejemplificó Zavala Zegarra. En ocasiones, cuando se investiga a una persona fenecida, los familiares tienden a mencionar el género incorrecto.
Cuando la Policía identifica mal a la víctima o a la sobreviviente, se corrige a base de los hallazgos del Negociado de Ciencias Forenses, indicó Zavala Zegarra.
Mujeres trans son doblemente victimizadas
El psicólogo clínico y fundador de la organización sin fines de lucro True Self Foundation, Miguel Vázquez Rivera, explicó que las personas de experiencia trans pueden experimentar baja autoestima cuando sufren de violencia doméstica. A las dinámicas del ejercicio de poder en la relaciones de violencia doméstica, se suman mofas a sus rasgos físicos. A veces, los agresores les escondan sus hormonas, les cambian sus pronombres y las amenazan con expulsarlas del hogar o con revelar su información personal. Son expresiones de maltrato particulares contra las mujeres trans.
Mientras, la negativa a ofrecerles servicios médicos, empleo y protección por su identidad dificulta la salida de las mujeres trans del ciclo de violencia doméstica, reveló el psicólogo clínico.
“Es difícil”, estableció.
“Las personas de experiencia trans sienten que el mundo no está para ayudarles”.
Así, las mujeres de experiencia trans sufren doblemente la violencia doméstica al no tan solo ser discriminadas por ser mujeres, sino por ser trans, indicó el psicólogo clínico.
El Centro Nacional para la Igualdad Transgénero (NCTE, por sus siglas en inglés) menciona que las mujeres trans son más propensas a sufrir heridas graves y a requerir atención médica durante una relación de pareja en la que experimenten violencia doméstica por su identidad de género, así como a no buscar atención médica por temor a la transfobia.
En los albergues de violencia doméstica, consigna el NCTE, las mujeres de experiencia trans tienden a atravesar más situaciones negativas.
En Puerto Rico, específicamente, la violencia contra las mujeres trans, el año pasado, obligó al NCTE a solicitar al gobierno a atender la violencia contra estas personas por medio de investigaciones rápidas y sensibles, así como mayores protecciones gubernamentales.
Organizaciones abren sus puertas
En Puerto Rico, organizaciones sin fines de lucro como la Casa Protegida Julia de Burgos acogen a mujeres, en toda su diversidad, sobrevivientes de violencia doméstica, resaltó la directora ejecutiva, Coraly León Morales.
El personal de la organización se encuentra adiestrado para tratar a las sobrevivientes de manera sensible según su experiencia.
Entre los programas a los que más recurren las sobrevivientes de violencia doméstica están el de Vivienda Transitoria, el de Mujeres Residentes y el de Vivienda Permanente, mencionó. El primero les otorga una vivienda transitoria durante dos años, mientras que el segundo las resguarda durante tres. El tercero las ubica bajo un techo seguro y las desarrolla social, psicológica, educativa y emocionalmente.
“Nosotras también trabajamos el tema con nuestras participantes para que no hayan dinámicas discriminatorias entre las mismas participantes”, puntualizó.
“Se trabaja el asunto de los mitos que se reproducen, así que las llevamos a cuestionar esos mitos para traerlos a la realidad, y la experiencia ha sido buena en ese sentido”.
La organización sin fines de lucro Proyecto Matria cuenta con Gaia Arcoiris y con Libera LGBTQIA+. Estos dos programas están estructurados para atender las necesidades específicas de las mujeres trans al igual que otras identidades y orientaciones diversas.
Por un lado, Gaia Arcoiris es un programa de viviendas que se fracciona en uno permanente y en otro temporero para personas de experiencia trans que han sufrido de violencia doméstica, agresión sexual o acecho.
Por el otro, Libera Arcoiris es una incubadora de empresas que adiestra a personas de identidades y de orientaciones diversas a través de talleres de apoderamiento, de empresarismo práctico y de asistencia técnica individualizada.
La organización también brinda apoyo social, salud primaria, servicios e intercesoría legal a los miembros de las comunidades LGBTQIA+.
Si tú o alguna persona conocida está en situación de violencia, llama a la Línea de ayuda 787-489-0022. Mira más recursos de ayuda aquí.
Este reportaje fue posible gracias al apoyo de Oxfam America para la campaña contra la violencia machista ¡Cambia ya!