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¿Cómo conversar sobre equidad de género cuando el machismo habita tu propia casa?

Las microagresiones, la imposición de roles, la distribución de las tareas domésticas y los juegos infantiles son algunas de las principales formas de machismos que se manifiestan en los núcleos familiares, y que, según expertas, son el origen de la inequidad de género.

“Hay un sistema patriarcal, en el que nos hemos desarrollado todas y todes, que nos ha limitado en el reconocimiento de estas manifestaciones y estas estructuras (machistas). Es importante reflexionar sobre las prácticas que reproducen el machismo dentro del hogar porque, así mismo, las llevamos hacia afuera”, sostuvo la manejadora de casos de la organización Taller Salud, Karla Morales Febus.

La experta en asuntos de género subrayó, en entrevista con Todas, la importancia de entablar conversaciones familiares en las que se deconstruyan las conductas machistas que, tradicionalmente, han imperado en los hogares.

Aquí, incluimos una lista de ocho recomendaciones para dialogar sobre equidad de género con familiares, personas a las que, seguramente, amas, pero que deben ser responsables de sus palabras y acciones.

1. No es lo que decimos, sino cómo lo decimos 

Si queremos erradicar la violencia machista, no podemos utilizar actitudes que nacen en estas prácticas agresivas, pues reproduciríamos lo que señalamos.

“Yo creo en la confrontación, pero creo en la confrontación empática, directa y compasiva. Que no venga de una posición desde el ataque. Si combatimos un ataque con otro ataque, no vamos a lograr nada”, puntualizó la trabajadora social Karla Ferrer Arévalo.

2. Detén la práctica machista en el momento

Sin importar el espacio en el que escuches o veas alguna actitud machista, debes corregir la situación e incentivar una conversación reflexiva sobre lo que ocurrió. Amamos y respetamos a nuestras familias, pero el cariño no puede ser una excusa para continuar alimentando una cultura de silencio.

“Callar no es la solución. Cuando callamos, lo que hacemos es que cedemos, y, cuando cedemos, asumimos muchas veces, como cómplices, estos mandatos (machistas) y nos mantenemos en una zona de comfort que es violenta”, aseguró la también educadora en sexualidad integral Ferrer Arévalo.

Por otro lado, según la integrante de Taller Salud, cuando se reproducen prácticas machistas en el espacio público, pero se dialogan en lo privado, quienes eran espectadores de la situación, “las normalizan y las ven como correctas”.

3. La equidad no se basa en ser hijas o esposas de

“¿Cómo te sentirías si eso que dijiste estuviese dirigido a tu hija o tu esposa?” es una argumentación que utilizan tanto machistas como personas que señalan una agresión. Sin embargo, estos discursos continúan determinando la dignidad de una mujer, según su vínculo con un hombre.

“El ser humano merece respeto; desde ahí, surgen los derechos que todas y todes tenemos, y no por ser esposa o hija. Independientemente, tengas hijas o esposa, merecemos respeto todas y todes”, apuntó Morales Febus.

4. No hay edad para ser parte de la conversación

Las niñas y los niños se deben integrar en los diálogos sobre equidad de género. No basta con decirles, por ejemplo, que a las niñas se les respeta porque, en ese caso, fallamos en enseñarles que a los hombres tampoco se les puede agredir.

“No es que no tengamos estas conversaciones con la niñez, sino que es importante que las tengamos desde un punto de vista que pueda ser comprensivo para elles”, indicó Ferrer Arévalo.

Tanto los libros como los juegos educativos son grandes herramientas para instruirles sobre la igualdad entre seres humanos. No obstante, el ejemplo de quienes les rodean será el pilar en el desarrollo de quienes aún no tienen edad para ser autodidactas.

“Si yo estoy teniendo esa conversación (sobre equidad de género) con ese niñe en mi casa, tengo que ser coherente y demostrarle que yo tampoco tengo esas actitudes y comportamientos. La conversación y el modelaje deben ir a la par”, añadió la trabajadora social.

5. Los chistes son agresiones

Mofarse de algún contenido televisivo, enviar alguna publicación ofensiva en el chat familiar o bromear sobre la personalidad de una mujer son también actitudes violentas que continúan perpetuando la desigualdad entre géneros.

“No se deben ignorar los chistes (machistas) como si no hubieran pasado ni reírle la gracia (a quien lo dijo) porque no es gracioso. Es bien importante dejarle saber, a la persona que está haciendo un comentario (violento), que está fuera de lugar”, señaló la educadora en sexualidad integral Ferrer Arévalo.

6. Construye alianzas

Entablar conversaciones sobre equidad de género en un entorno familiar separado por una gran brecha generacional puede resultar complejo porque el adultocentrismo impide que las hijas e hijos sean quienes les brinden nuevas herramientas a sus madres y padres. Por tanto, las alianzas junto a otros componentes del hogar o con personas fuera del núcleo familiar son fundamentales.

“Siempre vamos a encontrar a alguien, aunque nos parezca que no. A veces, nuestros familiares nucleares no nos escuchan, pero, a lo mejor, escuchan a otra persona de la familia con quienes tengan una relación más horizontal”, subrayó Ferrer Arévalo.

7. Invita a la deconstrucción del contenido que les rodea

De la misma forma en que al salir del cine se discute la trama y el desenlace de una película, se deben analizar las narrativas que envuelven sexismo y machismo en los medios multimediáticos o en las publicaciones de las redes sociales, pues todo lo que rodea al ser humano comunica.

“Se trata de problematizar las narrativas de los periódicos y los medios de comunicación, porque es lo cotidiano y es por donde varios sistemas van perpetuando las narrativas machistas y la violencia de género”, enfatizó la manejadora de casos Morales Febus.

Detectar y señalar los discursos que promueven la masculinidad hegemónica son acciones fundamentales para vivir en una sociedad justa y equitativa.

8. La identificación es clave para comprender

Una de las consecuencias del sistema patriarcal ha sido que se han estigmatizado conceptos como el feminismo, la educación sexual y la violencia de género. ¿Cuántas mujeres que nos rodean no se consideran feministas, pero sus acciones dictan lo contrario? Por tanto, para evitar resistencia a iniciar conversaciones para erradicar el machismo, hablemos de equidad, de respeto, de justicia social, del derecho a la autonomía y del derecho a vivir una vida sin violencia.

“La clave para generar cambios está en que la persona se pueda sentir identificada con las conversaciones y que pueda ser una conversación comprensible, empática y con un lenguaje simple para que la persona lo pueda entender”, sostuvo Ferrer Arévalo.

Más adelante, según la trabajadora social, comprenderán estos conceptos teóricos, pero porque se “colocaron en los zapatos de quienes sufren estas violencias”.

La lucha para que las mujeres se prioricen a sí mismas antes que a sus familias, para que sean oprimidas en sus propios hogares y para que disfruten del compañerismo que debe producirse en una relación no es una moda, sino un estilo de vida.

“Todas las personas tenemos derecho a una vida libre, digna, autónoma, sin que nos maltraten, sin que nos quieran poseer y sin que nos quieran aplastar”, concluyó Ferrer Arévalo.

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