(Fotos por Claudia Carbonell Pericot)
“Una niña es libre. Una niña es feliz. Que brille su sonrisa, para ella hacer país”, cantaban en la plaza Colón en San Juan, Puerto Rico.
Al son de la agrupación de percusión Prieta Caribe, comenzó la comparsa afrofuturista de la Colectiva Feminista en Construcción que inició los trabajos de la tarde de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres.
El brillo, símbolo de un futuro en el que todas las personas sean reconocidas y tengan las mismas oportunidades, estaba en todos lados. Los colores plata, violeta y verde pintaban los rostros de las participantes de la comparsa.
Con ánimo y fuerza colectiva, fueron caminando por las calles que, en millones de veces, las mujeres han pisado en busca de un presente y un futuro justo.
Una gran pancarta violeta, que recogía el lema Por lxs que estuvieron, lxs que estamos y lxs que vendrán: ¡Ni un paso atrás!, lideraba la marcha hacia el Capitolio.
Este año, aunque no se pudieran ver sus sonrisas ni su coraje por las mascarillas, sus ojos cumplían esa misión. Se miraban con esperanza y determinación, y continuaban el camino.
El sonido de los tambores les acompañaba. Era la gasolina que encendía sus venas para continuar la marcha hasta el edificio de las leyes.
“¿Tú eres feminista? Claro que yes. ¿Tú eres antirracista? Claro que yes. ¿Tú eres caribeña? Claro que yes”, repetían.
Al llegar a la plaza San Juan Bautista, frente al Capitolio, una agrupación de la comunidad puertorriqueña les esperaba. Les formaba un gran arco de alrededor de 35 barrileras del grupo de bomberas Les Barrileras del 8M que juntaba tambores y faldas de mujeres y niñas entregadas a la lucha.
Madres con sus hijos, trabajadoras, artistas, personas de edad avanzada, trans y femmes, intérpretes, medios de comunicación y políticos reunidos en un mismo espacio a la espera de que comenzara la actividad, organizada por la Coalición 8 de marzo Puerto Rico.
“Hace un año, marchamos desde la Fortaleza al Capitolio. Ese 8 de marzo, recibimos la noticia del primer contagio de COVID-19 en Puerto Rico. Pocos días después, se estableció la primera orden ejecutiva que, desde entonces, marcó la respuesta del gobierno a la pandemia”, narró Ruth Arroyo Muñoz de Democracia Socialista Puerto Rico.
La primera vez que se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres en Puerto Rico fue en 1972. A 49 años de ese suceso, las mujeres y personas de la comunidad LGBTTIA+ continúan exigiendo que el Estado asuma la responsabilidad que le corresponde de proteger sus vidas.
Entre las pausas de los tambores de las barrileras, jóvenes actores interpretaban escenas sobre invisibilidad de las educadoras en la isla, racismo, acoso, feminicidios, transfeminicidios y violencia machista.
“¡Soy negra, y qué!”, gritaba una joven, quien declaró lo orgullosa que se sentía de su cabello y su color de piel.
Minutos después, la agrupación de barrileras, junto al coro, recitó: “A la niña Zoila se la llevaron anoche”. Luego, pronunciaron los nombres de las mujeres y personas trans asesinadas en el 2020 y lo que va de 2021.
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La comunidad trans también reclamó su espacio dentro de los trabajos que deben ser prioridad para el Estado. La activista Marielle De León Toledo, de La Sombrilla Cuir, señaló, con micrófono en mano, la necesidad de la perspectiva de género para proteger la vida de las comunidades LGBTTIA+ .
“Hemos visto cómo la educación con perspectiva de género es esencial. No solo desde temprana edad en la escuela, sino ahora en nuestros espacios laborales, donde nos siguen poniendo barreras al tratar de recibir servicios dignos o conseguir trabajo”, manifestó De León Toledo.
Luego, le sucedió la agrupación Plena Combativa. Con sus números feministas, pusieron a reflexionar a la audiencia sobre las violencias, los pronombres y el poder del colectivo.
“El desastre es político. Nos tenemos. En esta solidaridad, vamos a dar candela”, expresó Adriana Santoni, directora musical de Plena Combativa.
Justo al lado de las pleneras, manifestantes del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores sostenían una pancarta que leía: “¡Que la crisis no la paguemos las trabajadoras!”.
“Estamos aquí porque nos necesitamos. La militancia feminista requiere de un compromiso inquebrantable con lo común. Lo común no como lo generalizable ni la idea universal del género. Eso común también tiene sus diferencias, y esas diferencias también están sostenidas en otros sistemas de opresión como el racismo y el clasismo. Luchamos desde las diferencias para derrocar todos los sistemas de opresión, y solo ahí puede haber una idea general de lo común”, sostuvo Zoan Dávila Roldán, portavoz de la Colectiva Feminista en Construcción.
La actividad culminó con una pasarela combativa, en la que manifestantes podían unirse al derroche de talento y crítica social al exponer su mejor obra de arte: sus cuerpos.
La niñez, el futuro del movimiento, tuvo un rol protagónico en la actividad. Danzaron al son del tambor, alzaron carteles y su voz en la caminata, y vieron en sus antecesoras el futuro que les espera.
Sus firmes miradas afirmaban que la lucha continúa. La esperanza de verlas crecer en un mejor Puerto Rico es el anhelo principal que sigue dándole fuerza a los movimientos feministas.