Expertas en violencia de género coincidieron en que a diario se topan con mitos y discursos revictimizantes que obstaculizan la lucha feminista y el acompañamiento. Ante esta situación, quienes trabajan todos los días con sobrevivientes compartieron a Todas ocho aclaraciones para comprender la complejidad de la violencia de género en Puerto Rico.
1. La violencia de género es común, más común de lo que pensamos
La doctora Elithet Silva Martínez, investigadora en estudios de género, apuntó que una de cada de tres mujeres ha experimentado violencia de género en algún punto de su vida. Mencionó que la violencia de género se vive en “la historia de nuestra familia, de nuestras comunidades, las historias dentro de la iglesia; aún en los espacios como la academia y en la sociedad en la que vivimos”.
Según la Rama Judicial de Puerto Rico, la violencia de género es una de las demostraciones más claras y graves de la desigualdad entre las personas. “La violencia de género ocurre cuando una persona demuestra conductas que causan daño físico, sexual o psicológico a otra persona motivado por los estereotipos de género creados por los hombres y las mujeres“, establece la guía informativa de la Rama Judicial.
La también catedrática del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y directora de la iniciativa universitaria Siempre Vivas Metro aseguró que mucha violencia de género se vive en silencio.
“Diría que en el 95% de los adiestramientos que he dado, sale una persona adulta, profesional o líder comunitaria que dice: ‘Yo viví esto en mi casa, y esta es la primera vez que lo estoy diciendo’. Así que hay un trabajo que hacer en las experiencias traumáticas que nos acompañan a lo largo de la vida“, compartió.
2. Salir de una relación violenta no es tan fácil
Silva Martínez detalló que discursos revictimizantes han capturado la discusión pública. Señaló que ha escuchado frases como “ella no quiere salir de ahí, ese es el problema“. Y, otra vez, la culpa recae sobre la víctima, cuando, en la mayoría de las ocasiones, su victimario la tiene amenazada de muerte o a sus hijos.
“Para una sobreviviente que considera salir de una relación, no es tan fácil porque se ha demostrado que incrementa el riesgo. Inclusive, algunos estudios hablan de que pasan 14 meses, otros hablan de 16 a 18 meses luego de que las sobrevivientes salen de una relación de violencia“, explicó la trabajadora social.
Cuanto más normalizada está la violencia, más difícil es identificarla porque el ciclo conlleva elementos de manipulación económica, psicológica, emocional y familiar. Entre los casos que ha trabajado en y fuera de Puerto Rico, Silva Martínez llegó a escuchar sobrevivientes que no se atrevían a decirle a su familia que el agresor salía y las encerraba con candado.
“Ese es el tiempo más letal donde incrementan el riesgo. Hay que reconocer que salir de una relación no es tan fácil porque hay manipulación emocional y aislamiento. Nadie entra en una relación pensando que la van a maltratar, que la van a violentar, que van amenazar su vida. Es más fácil apoyar a las víctimas sobrevivientes reconociendo que sus decisiones se toman en el momento en el que ellas entienden. En ese sentido, respetar las decisiones de las víctimas sobrevivientes y su determinación es importante. Requiere paciencia y un acompañamiento cercano“, puntualizó la investigadora.
3. La culpa no la tiene la víctima
La directora de la Red Nacional de Albergues de Violencia de Género, Vilmarie Rivera Sierra, coincidió en que muchas personas piensan que las víctimas no quieren salir del ciclo.
“Siempre le están echando la culpa a la víctima, cuando no conocen ni tan siquiera todo lo que es la problemática de la violencia de género y lo difícil que es para una víctima tomar la decisión“ insistió Rivera Sierra, quien forma parte del Comité de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (PARE).
Su trayectoria profesional incluye 17 años de experiencia en el desarrollo, implantación y evaluación de programas dirigidos a mujeres y menores víctimas de violencia doméstica.
“Eso tiene que ver mucho con esta falta de sensibilidad y de no respetar la decisión de las víctimas. Creo que nosotros como proveedoras de servicio siempre somos muy cuidadosas; primero, en no emitir juicios“, detalló Rivera Sierra, directora ejecutiva del Hogar Nueva Mujer.
4. La víctimas sí buscan ayuda
Además, Silva Martínez indicó que otra noción mal fundada es que las víctimas no buscan ayuda. Aseguró que muchas llegan a las instituciones, pero el servicio no es el accesible o los procesos son muy burocráticos y agotadores.
“Ciertamente, hay víctimas sobrevivientes que les toma mucho hablar sobre su situación. Por otro lado, hay muchas en Puerto Rico que han hablado, y lo que ha pasado es que se le ha revictimizado. Tenemos montones de casos, pero el más reciente y más trágico es el de Andrea Ruiz Costas“, sostuvo.
Por su parte, Silva Martínez criticó que en muchas de las campañas contra la violencia de género, en vez de acompañar a las víctimas, lo que hacen es cargarlas de culpa. Asimismo, señaló que el mandato siempre va hacia las mujeres: “habla, sal, sálvate“.
La catedrática de la UPR indicó que otra noción incorrecta es pensar que las sobrevivientes de violencia son débiles o incapaces de tomar decisiones.
“Eso hay que cuestionarlo, confrontarlo y desarmarlo porque las víctimas sobrevivientes de violencia se ven en una situación en la que tienen que desarrollar estrategias para sobrevivir, así que no son víctimas eternas; todo lo contrario“, manifestó Silva Martínez.
Silva Martínez enumeró tres pasos importantes en el proceso de ayudar a las víctimas sobrevivientes: escuchar, validar y acompañar.
“Tenemos que garantizar que cuando se acerque alguien, no vamos a comenzar un juicio, sino que vamos a hacer un excelente facilitador para que sienta la confianza de buscar ayuda“, dijo, por su parte, Rivera Sierra.
5. Los albergues son espacios acogedores
La directora ejecutiva de Casa Protegida Julia de Burgos, Coraly León Morales, compartió que ha escuchado en múltiples espacios que los albergues son espacios fríos. Sin embargo, aseguró que esta noción es falsa porque los albergues son acondicionados y decorados, hasta por las mismas participantes.
“La realidad es que nosotras trabajamos mucho para que nuestros espacios sean acogedores. […] En Casa Julia, las participantes no comparten cuartos. Nosotras tratamos de que al menos ese espacio sea en uno de la sobreviviente y sus hijos e hijas“, describió.
La directora del primer albergue de protección en Puerto Rico aseguró que se trabaja para armonizar el espacio para una convivencia saludable entre las participantes. En el 2020, atendieron a 397 sobrevivientes. También, explicó que la localización de los albergues es confidencial para proteger la vida de las participantes.
6. Se ofrecen servicios integrales
Los albergues no simplemente son espacios de vivienda transitoria para proteger la vida de las sobrevivientes. En los hogares, se ofrecen servicios de salud mental, económicos y de acompañamiento legal. Además, las participantes desarrollan destrezas para salir al mundo laboral y poder generar ingresos.
“Cuando las participantes salen de nuestro albergue muchas veces salen referidas al programa de Vivienda con ese apoyo para tener un techo seguro. Nosotras también hacemos esfuerzos para que salgan con sus enseres. Nos movemos mucho a través de donaciones para poder cubrir esas necesidades“, compartió León Morales, quien ostenta una maestría en Trabajo Social.
Además, desde los albergues se les da seguimiento a sus casos cuando ya salen para procurar que estén seguras o si necesitan algún recurso.
“Es importante reconocer la autonomía que las sobrevivientes tienen sobre su vida, y más si vienen de una relación de violencia donde se le ha limitado su toma de decisiones, el poder y la agencia que pueden ejercer sobre su vida. Entonces, nosotras desde el área de la prestación de servicios, no podemos reproducir más violencia“, destacó León Morales.
7. Trabajar con las personas que cometen la agresión
Por otro lado, la profesora Silva Martínez recalcó que el trabajo que se ha hecho con las personas que cometen la agresión no es suficiente y la sociedad necesita más investigación y recursos.
“Es un trabajo también especializado, que se tiene que potenciar, que se tiene que apoyar. No soy de las personas que recomiendan la terapia de pareja para trabajar violencia doméstica. Lo que pienso es que se tiene que trabajar con ambas partes. Nada justifica la violencia. Sin embargo, me parece que hay ocasiones en las que deshumanizamos a esa persona agresora“, sostuvo.
Silva Martínez explicó que los servicios además de especializados, deben ser empáticos, críticos y feministas para que se vea también el rol del patriarcado en la vida de los hombres.
8. Comenzar por la educación con perspectiva de género
El trabajo de la prevención primaria comienza con la educación con perspectiva de género en todos los espacios, indicó la profesora Silva Martínez. Defendió que se debe también atender a la niñez que ha vivido el trauma de la violencia de género en sus hogares para que no caigan o reproduzcan comportamientos violentos.
“Esa prevención primaria es vital si queremos avanzar en términos de acercarnos a la sociedad a la que aspiramos. En la medida en que vemos estos asuntos como un trabajo integral, respondemos“, recalcó.
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Si tú o alguna persona conocida está en situación de violencia, llama a la Línea de ayuda 787-489-0022. Mira más recursos de ayuda aquí.