(Fotos y vídeos: Ana María Abruña Reyes)
A Zoé Laboy no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que no bastaba la mera presencia de mujeres en las mesas donde se toman las decisiones más importantes del país para que su perspectiva se defendiera. La senadora por acumulación del Partido Nuevo Progresista (PNP), que se estrenó como legisladora a principios de este cuatrienio, ha tenido que reconocer que hay mujeres que atrasan la agenda de los derechos de las mujeres.
“Algunas compañeras, en algunos momentos, hemos sido aliadas las una de las otras. En otros momentos, yo te confieso, yo me he sentido sola”, contó durante una entrevista que le concedió a Todas en su oficina en el edificio de Medicina Tropical, al este del Capitolio.
Allí, en el recibidor, exhibe un letrero que lee: “Los derechos de las mujeres son derechos humanos. La amabilidad es todo. Ningún ser humano es ilegal. Black lives matter. La ciencia es real. Amor es amor. En Dios, yo confío”. En la pared, cuelga un dibujo infantil de un arcoíris que dice: “Somos iguales”.
Laboy se inició en la política a los 32 años como administradora y, luego, secretaria de Corrección bajo el gobierno de Pedro Rosselló, tras haber trabajado con el gobierno federal desde que culminó sus estudios en Derecho en la Universidad de Puerto Rico. A sus 54 años, es una de las siete mujeres que ocupan una silla en el Senado. Seis son de su partido.
Al segundo día del 2017, presentó siete medidas, una de los cuales, el PS 171, buscaba desarrollar un proyecto piloto de escuelas coeducativas para promover la equidad de género y prevenir el discrimen en las escuelas públicas de Puerto Rico.
Fue entonces que se dio cuenta de que hablar del tema no era tan sencillo en una legislatura permeada por el conservadurismo fundamentalista.
La medida, que es apenas un atisbo de lo que hace décadas otros países han implementado con éxito para combatir la desigualdad y disminuir la incidencia de violencia de género, pasó en el Senado en agosto de ese mismo año, pero contó con cuatro votos en contra, incluyendo los de sus correligionarias Migdalia Padilla, Itzamar Peña y Nayda Venegas.
“Cuando empecé, dije: ‘Que siempre haya una mujer en la mesa’. Quedándome un año y medio en el Senado de Puerto Rico, ya no estoy tan segura… A veces, preferiría un hombre que genuinamente defienda mis derechos que una mujer que lo que hace es atrasar los derechos de las mujeres y lo que hemos alcanzado. Efectivamente, lamentablemente, pero es un hecho, hay mujeres que con su actitud, con su forma de pensar, le dan para atrás a lo que hemos logrado”, reflexionó sobre lo que han sido los pasados dos años y medio.
El proyecto que le hizo entender que sí era “liberal” por promover desde el hemiciclo la equidad de género en la niñez temprana se convirtió en ley y, según dijo, se está implementando en 11 escuelas. Espera que se presente un informe sobre los resultados a finales de este año. Reconoce que haber utilizado el concepto de “perspectiva de género”, en 2017, el mismo que utiliza la Organización de las Naciones Unidas desde 1995, hubiese significado que la medida se colgara.
“Mejor un poquito que nada y aquí, un poquito es un montón”, subraya como una parte de la filosofía que guía su gestión.
Con esa experiencia en el bolsillo, Laboy atendió los proyectos del Senado 950 y 1000.
El proyecto del Senado 950 impone nuevas limitaciones al derecho al aborto en Puerto Rico, mientras que el proyecto 1000, del que es autora junto con Eduardo Bhatia y Miguel Pereira, del Partido Popular Democrático (PPD), y Juan Dalmau, del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), buscaba prohibir las terapias de conversión.
El 7 de marzo de 2018, el Senado determinó debatir sobre ambas medidas al mismo tiempo. Zoé Laboy colgó sobre sus hombros una estola verde, color símbolo enarbolado por la lucha en la defensa del aborto libre, seguro y gratuito en Argentina, y adoptado como tal en Latinoamérica y el resto del mundo. Desde poco antes, había conseguido que algunos de sus compañeros votaran en favor del proyecto 1000 -entre las senadoras, solo Evelyn Vázquez lo apoyó-, pero fue la única mujer y miembro de su partido que votó en contra del 950. (Rossana López, del PPD, estuvo ausente el día de la votación, aunque ha consignado su oposición).
El presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, durante el turno que asumió ese día para defender el 950 y oponerse al 1000, criticó fuertemente su postura y la catalogó de hipócrita. Justo detrás, Laboy observaba.
“La relación del presidente del Senado con esta servidora ha ido evolucionando y me parece que, diferente a lo que muchas personas puedan pensar, es de mucho respeto. Compartimos el que nos hablamos. Él sabe que si yo le digo: ‘Esta es mi posición’, él puede contar con eso. Yo no voy a cambiar más adelante. En el mundo allá afuera, eso puede que se vea normal, pero acá adentro, el tú poder contar con la palabra de alguien es tan apreciado”, describe sobre las diferencias con el líder senatorial.
Por eso, arguyó, cuando se discutió pasar por encima del veto que hizo el gobernador al PS 950 mediante una votación por caucus, Rivera Schatz reconoció la postura de Laboy y la eximió de la regla. No así, al senador Miguel Romero, quien votó a favor del proyecto y, luego, dijo que no iría por encima del veto del gobernador.
Una distancia muy diferente ha tenido que tomar de la figura del exalcalde de Guaynabo, Héctor O’Neill, quien era su amigo y la persona que la convenció de aspirar nuevamente al Senado, en 2016, luego que perdiera la carrera cuando lo hizo para senadora de distrito junto con Jorge Santini en el 2012.
Héctor O’Neill enfrenta un proceso criminal acusado de acosar y agredir sexualmente a una policía municipal. También, ha sido señalado por otros casos similares.
-¿Cuál es su relación hoy con Héctor O’Neill?
“Confieso que fue una sorpresa para mí cuando comenzaron a salir los casos. Yo fui la única senadora que le pidió públicamente la renuncia. Para mí, fue difícil la decisión porque es este señor, a quien yo, por muchos años, respeté, incluso, hasta admiré por cómo se entendía que estaba manejando la situación en Guaynabo. Tenía tanta confianza en mí que me hizo concluir que yo podía hacer una diferencia para Puerto Rico corriendo para el Senado por acumulación y, de momento, de esa misma persona, hay información suficiente que lo relaciona con actos que, desde mi punto de vista como ser humano, como mujer, como puertorriqueña, yo detesto. (Quedé) decepcionada, triste, pero, sin embargo, creo y creí en aquel momento que él tenía que haber renunciado mucho antes”, estableció.
“Mi relación con él ahora es ninguna. Yo sé que él está sentido y molesto conmigo por yo haber dicho que él debía renunciar como alcalde. Ni lo hice para hacerle daño. Sencillamente, lo hice porque entiendo que era lo justo para todas las partes”.
Mirada al hostigamiento sexual en la UPR
También, sola la mayoría de las veces, Zoé Laboy ha presidido las vistas públicas para investigar alegaciones de casos de agresiones sexuales y hostigamiento sexual en los 11 recintos de la Universidad de Puerto Rico.
Ante el cuestionamiento de que se esté sumando a la ofensiva contra la universidad pública, la senadora responde que su intención es llegar también a las universidades privadas.
“Yo no estoy investigando a la UPR porque creyera que esto solo se da en la UPR. Es en cualquier escenario, incluso en las universidades privadas y hacia allá vamos a ir”.
Las vistas públicas realizadas la han convencido de que las estadísticas sobre agresión y hostigamiento sexual en la universidad no reflejan la realidad y que la información sobre los protocolos no llega a la comunidad universitaria o no es suficiente. Se ha topado con el reclamo insistente de que, en ocasiones, la administración universitaria protege a agresores. Además, todos los rectores con los que ha conversado, con excepción del de Río Piedras, le han dicho que no pueden investigar un caso si no hay una querella.
Como consecuencia de estas vistas, Laboy refirió a Justicia el caso de una profesora del recinto de Cayey, quien denunció que otro profesor la hostigó sexualmente y que fue víctima de represalias por parte de la administración por haberlo informado.
La senadora se propone presentar medidas para impactar la legislación sobre hostigamiento sexual y las políticas existentes en las universidades del país.
Con la alcaldía en la mira
Ahora, Laboy mira hacia la alcaldía de San Juan, aunque dijo que la decisión final la anunciará la primera o segunda semana de agosto.
Sabe que se enfrentaría a Miguel Romero, quien cuenta con el apoyo de parte importante del partido. El representante Eddie Charbonier y el exadministrador de Vivienda Pública Miguel Hernández Vivoni también han expresado su interés.
“A mí no me quita el ánimo”, expresa despreocupada sobre la posibilidad de una primaria.
Algo de lo que sí está clara es de que seguirá militando en el PNP. Pesa más su ideología estadista, influenciada por el reconocimiento de que su madre, nacida y criada en Nueva York, perdió algunos derechos de la ciudadanía al vivir en Puerto Rico y su hermano Alberto, quien fue soldado, no podía votar por la persona que lo mandaba a la guerra.
“Mucha gente se me ha acercado y me ha preguntado: “¿Por qué tú sigues en tu partido si en tu partido no mucha gente piensa como tú?” Y yo, no estoy tan segura de eso, pero sí estoy segura de algo, el único partido político que cree en lo que yo estoy convencida que es lo mejor para Puerto Rico, que es convertirse en el estado 51, es el Partido Nuevo Progresista y, en eso, todos estamos de acuerdo. Lo demás, los derechos de todos y todas, son asuntos que me niego a pelearlas desde afuera”.