Paso a elevar una de las conversaciones pendientes del legado de esta pandemia: la prevención primaria es una herramienta de resistencia y un escudo para que las comunidades marginadas hagan frente a los sistemas que, por excluirles y explotarles, les enferman.
Esta columna fue inspirada por un comentario que hizo una lectora en una reseña local sobre el lanzamiento de la campaña “La prevención es la clave”, del proyecto de educación salubrista Aquí Nos Cuidamos (el cual tengo el honor de coordinar). En el mensaje se lee: “Como está funcionando el sistema de salud, es mejor cuidarse para no llegar a él”.
Como pronto dejaremos de contar con los beneficios administrativos y de acceso que brinda la declaración de emergencia por COVID-19 – que culmina el 11 de mayo -, y que cada vez el acceso a servicios de salud es más difícil y costoso en Puerto Rico, ¡toca escudarse con la prevención!
No eres tú, es el sistema
“Las poblaciones marginadas son grupos y comunidades que experimentan discriminación y exclusión (social, política y económica) debido a relaciones de poder desiguales en las dimensiones económicas, políticas, sociales y culturales”, según el Centro Colaborador Nacional para Determinantes de la Salud, la marginación se puede dar por raza, identidad de género, orientación sexual, edad, capacidad física, idioma o estatus migratorio.
Lxs boricuas, por vivir en una colonia de los Estados Unidos, somos marginados y vulnerabilizadxs. Esta marginación se manifiesta en nuestro diario vivir en asuntos como el alto nivel de pobreza, la falta de acceso a servicios médicos, la pobre calidad del agua y del entorno ambiental, la falta de vivienda asequible, de transportación segura, educación y males sociales como la violencia de género, la discriminación y el racismo. Reconocer esta marginación nos obliga a indagar sobre los determinantes sociales de la salud, porque la salud no es solo nuestra salud física, sino que nuestro entorno y nuestra capacidad de acceder recursos determinan nuestro estado de salud.
Según la Organización Mundial de la Salud, estos determinantes son “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana. Estas fuerzas y sistemas incluyen políticas y sistemas económicos, programas de desarrollo, normas y políticas sociales y sistemas políticos”.
Lo anterior, nos deja saber que, por más que nos esforcemos, no eres tú, es el sistema. Mejorar la salud en Puerto Rico requiere reconocer el impacto que tienen estos determinantes sobre nuestras vidas. Velar por nuestro bienestar y acceso a servicios esenciales es responsabilidad de las agencias gubernamentales. Pero no significa que no podamos hacer nada por nuestro propio bienestar.
¡A escudarse con la prevención!
Típicamente, las medidas de prevención se clasifican en tres niveles: la primaria, que implica la intervención antes de que ocurran efectos en la salud, y la cual se hace por medio de acciones como la vacunación y la modificación de conductas de riesgo (como alimentarse de forma saludable, evitar el consumo del tabaco, entre otros); la secundaria, que es aquella que se encarga de detectar e identificar enfermedades en sus etapas iniciales y lo hace por medio de exámenes como las mamografías y pruebas regulares de presión arterial; y, por último, la prevención terciaria, que incluye el manejo de la enfermedad después del diagnóstico, y se ejerce a través de tratamientos como, por ejemplo, la quimioterapia cuando se trata de cáncer.
En el archipiélago, hay una alta prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión arterial y obesidad, y también enfermedades infecciosas como el dengue, COVID-19, micoplasma y RSV. Y la prevención primaria puede ayudar a evitar llegar a ellas.
Las intervenciones salubristas de base comunitaria han funcionado para contener la propagación de COVID-19. Por tanto, es importante que las comunidades conozcan y practiquen la prevención, porque puede ayudar a reducir la necesidad de atención médica, mejorar las condiciones de vida y abordar las desigualdades socioeconómicas que pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades.
La prevención primaria es sobre la que las personas y comunidades tienen mayor control. Y acciones cotidianas como saber en qué contextos son beneficiosos el uso de mascarilla (en espacios aglomerados con poca o ninguna ventilación), mantener nuestra vacunación al día (¡incluyendo ir por tus boosters!), promover un entorno saludable, y practicar el autocuidado son medidas que podemos tomar a nivel individual y comunitario, y hacerle frente al pobre acceso a servicios de salud. Para más, visita aquinoscuidamos.org/prevencion.
Mientras exigimos el país que merecemos, y fiscalizamos por un gobierno que responda y actúe en favor de nuestro bienestar, reconozcamos en la prevención primaria una amiga que quiere vernos bien y saludables para vivir en plenitud y digna lucha. ¡Porque aquí nos cuidamos!