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Angela Davis y Naomi Klein apuntan a nuevas solidaridades ante el capitalismo y el COVID-19

Angela Davis y Naomi Klein

El encierro, la incertidumbre y la ansiedad que provoca la pandemia del coronavirus hace más urgente la necesidad de denunciar y problematizar las crisis, aunque, por el momento, tales expresiones se hagan principalmente a través de la Internet. Para las activistas Angela Davis y Naomi Klein, la situación global actual representa una invitación para imaginar escenarios políticos alternativos que sean capaces de confrontar la precariedad y las injusticias que se hacen más evidentes ante las respuestas inadecuadas de los gobiernos a la emergencia por el COVID-19.

Davis es filósofa, activista afroamericana antirracista y feminista, y profesora la Universidad de California en Santa Cruz en Estados Unidos. Klein es periodista, escritora y activista canadiense, crítica de la globalización y el capitalismo.

Ambas mujeres denunciaron políticas neoliberales, incluyendo la privatización de los servicios de salud, la reducción de derechos laborales en el sector de los servicios, la desregulación en el manejo de los asuntos ambientales, entre otras decisiones que agudizaron las desigualdades. Se trata de las políticas que antecedieron y legaron la crisis de salud pública que tiene actualmente a gobiernos alrededor del mundo decidiendo qué vidas merecen salvarse y cuáles deben ser sacrificadas.

Las expresiones de Davis y Klein formaron parte del coloquio virtual Movement building in the time of coronavirus crisis: A left feminist perspective on 21st century racial capitalism in this moment, celebrado anoche bajo el auspicio del colectivo de izquierda estadounidense The Rising Majority.

Las exponentes coincidieron en que, si bien es cierto que la clase dominante tratará de utilizar la situación actual para reorganizar y fortalecer su poder, la crisis desatada en muchos países como resultado de la propagación del COVID-19, ha igualmente propiciado una intensificación de los cuestionamientos hacia el modo de producción capitalista, así como de las políticas que privatizan los servicios de salud y obstaculizan el derecho a una vivienda digna.

Es bajo esa renovada crítica al capitalismo que Davis y Klein entienden que podrían gestarse nuevas solidaridades entre grupos históricamente desfavorecidos en diferentes regiones del planeta.

“Mucha gente está reconociendo cuán inadecuado es el capitalismo para verdaderamente servir las necesidades de la gente y otros seres en el planeta. La razón por la cual hay una crisis en el sistema de salud es debido a la privatización, un proceso que comenzó en los 1980s, que fue la misma era que vio el ascenso del complejo industrial de prisión. El capitalismo global es realmente responsable de la inhabilidad de responder a esta pandemia”, afirmó Davis.

“La gente tiene la capacidad de entender que no tenía que suceder de esta manera. La salud no debe ser tratada como una mercancía”, añadió la profesora de filosofía, historia y feminismo.

Para Klein, deben verse con optimismo las movilizaciones y expresiones que trabajadoras y trabajadores en los Estados Unidos han protagonizado en lo que va de año. Eso incluye reclamos que han surgido en medio de la pandemia por el coronavirus.

“Estoy muy inspirada por los trabajadores en Amazon, Whole Foods, Instacart, GE (General Electric), las enfermeras y toda la primera línea de trabajadores que ahora saben lo esenciales que son, a pesar de que sus situaciones han sido precarizadas, al punto de que muchos han tenido que usar bolsas de basura para protegerse de este virus. Así es que el capitalismo los ve, literalmente como basura. Sin embargo, se han puesto de pie para decir que nosotros somos quienes mantenemos al mundo de pie y esa es la energía que debemos mantener, ese poder de los trabajadores”, comentó Klein.

Esa conciencia de clase trabajadora, según Klein, será esencial para desarrollar respuestas organizadas ante las decisiones que los gobiernos y otras entidades de poder tomen a partir de la crisis política asociada al COVID-19.

“Lo que se declara como emergencia es una expresión del poder. En los Estados Unidos lo que se vio durante los primeros días fue una actitud de no querer avanzar (con las medidas). Esta es una de las razones por las cuales Estados Unidos estuvo tan poco preparado. No lo veían como una crisis. No lo veían como una emergencia. Mucha gente dijo abiertamente en Fox News y otros medios similares que pensaban que los viejos y la gente enferma debían morir en silencio”, añadió la también periodista.

Del coloquio virtual también participaron los miembros de The Rising Majority, incluida la directora ejecutiva de Grassroots Global Justice, Cindy Wiesner; el director ejecutivo de Working Families, Maurice Mitchell; Thenjiwe McHarris, de BlackBird, y el codirector ejecutivo de Southern Visions Alliance, Loan Tran.

Durante la conversación, se abogó, además, por el fin de las sanciones que Estados Unidos y países de occidente tienen sobre otros estados soberanos. Se reclamó por recortes al presupuesto militar y un cese a las decisiones de rescatar corporaciones y bancos. En su lugar, proponen ayudar a la gente con el dinero que usualmente se utiliza para rescatar corporaciones.

“Tienen miedo de que impulsemos nuestra agenda. Por eso, se mueven ahora tan rápido de cara a la crisis”, explicó Klein sobre la respuesta del gobierno de los Estados Unidos ante la pandemia.

“Que vaciemos las cárceles, que demandemos casas para todos, que veamos que (como país) tienes un fondo de $6 billones ($6 trillion en inglés) y digamos que con eso se puede hacer un Nuevo Trato Verde (The Green New Deal). Si le puedes pagar a la gente para quedarse en casa, le puedes pagar a la gente para salirse del sector de los combustibles fósiles”, reflexionó la también autora de La doctrina del shock.

Tanto Klein como Davis coincidieron en promover la solidaridad internacional como mecanismo de organización política. Instaron a que los grupos y coaliciones de izquierda en los Estados Unidos trasciendan el aislamiento norteamericano en temas políticos y tiendan puentes de colaboración con organizaciones de otros países.

“Podemos sentirnos fortalecidos y energizados por el hecho de que estamos conectados a personas en todo el planeta que en este momento experimentan condiciones similares. Pienso en lo que ha estado ocurriendo en Palestina, pienso en lo que ha ocurrido en Kurdistán, especialmente, en el lado sirio de Kurdistán. Pienso en poblaciones que ya de por sí han estado sujetas a diferentes formas de represión y son más propensas a sufrir durante este período de respuesta fallida por el coronavirus”, puntualizó Davis.

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